Enero 2024
Finalmente, con ustedes, la última parte de los recuentos de los accidentes fatales sucedidos en nuestros ambientes de montaña después del 2020. En esta ocasión, con los ocurridos en el año 2023.
Aprovecho de comentarles a quienes llegan por primera vez a estas recopilaciones, que ellas se construyen siguiendo un conjunto de reglas que abarcan tanto la forma como el fondo del asunto. Marco de trabajo que no describo aquí para no aburrir, pero que es delineado en los capítulos anteriores.
Teniendo tal cosa presente, comencemos entonces el repaso.
En orden cronológico…
El primer incidente aconteció el jueves 26 de enero cerca del mirador Skottsberg (Torres del Paine) cuando uno de los participantes de una excursión guiada, el estadounidense Albert Buttler (64), se sintió mal y cayó al piso. A pesar de ser asistido inmediatamente, acabó por fallecer en el mismo sitio debido a lo que después se reportó fue la ruptura de la aorta.
Pocos días después, el martes 31, una mujer que practicaba senderismo junto a una amiga en dirección a la Cascada de los Vientos (en el Estero de San Alfonso) perdió el equilibrio y cayó varias decenas de metros, sufriendo diversos golpes en la cabeza y el cuerpo. Tras ser rescatada, fue llevada al Hospital de San José de Maipo, en donde, a pesar de los esfuerzos realizados, murió dos horas después. Su nombre era Adriana Ángel Encina, de 42 años de edad.
El siguiente aconteció en San Pedro de Atacama, cuando a las 19:00 horas del 18 de febrero no regresaron de una excursión al cerro Toco 5 personas (de un grupo de 10). La subsecuente búsqueda incluyó a la Tercera Compañía de Bomberos de Toconao, uno de cuyos participantes (Miguel González, 59) sufrió un desmayo mientras se encontraba en terreno, lo cual, a pesar de ser evacuado de emergencia, después de medianoche derivó en su fallecimiento. En cuanto a los retrasados (3 brasileños y 2 guías), salvo un principio de hipotermia, estos fueron encontrados sin mayores problemas.
El 3 de abril, Dominique Castro (30) subió en bicicleta por el Cajón del Maipo; la dejó en una casa cerca del puente de San Alfonso, manifestando su intención de visitar la Cascada de los Vientos. Sin embargo, al hacerse de noche y no regresar, las autoridades fueron notificadas, para poco después ella ser encontrada sin vida sobre el estero a medio kilómetro de la cascada, con indicaciones de haber sufrido una caída en altura.
El 11 de junio, en la región del Maule, dos montañistas entraron al área del cerro El Toro por su acceso norte (extremo oriente del embalse Ancoa). Tras el miércoles 14 hacer cumbre (3.081 m), a las 18:00 horas y unos 2.900 metros de altitud, Melissa Escobar (24) perdió el equilibrio, rodó por la ladera y terminó en unas rocas ubicadas 200 metros más abajo, resultando con fracturas de tibia y peroné en su pierna derecha. Tras aplicarse un torniquete (Escobar era enfermera de profesión), su compañero fue en busca de ayuda, caminando por horas hasta alcanzar un punto donde tuvo cobertura de celular. Declarada la emergencia, un helicóptero de Carabineros pudo acceder al lugar a las 5 de la tarde del día siguiente, encontrando a Escobar en el mismo sitio donde la había dejado su compañero, pero ya sin vida. Todo indicando que su deceso habría sido gatillado por una hipotermia que, de seguro, se vio potenciada por la pérdida de sangre.
Luego, provenientes de diversas rutas, el 2 de julio varios grupos hicieron cumbre en el Punta de Damas (Sierra de Ramón, RM). En uno de los descensos, a las 15:00 horas, Yasser Jara y Nataly Grossolli experimentaron un resbalón en la nieve mientras bajaban hacia el oeste, yendo a dar a una quebrada de difícil acceso localizada a unos 400 metros de la cima. El accidente fue presenciado por otras personas, quienes avisaron del hecho e iniciaron una secuencia de eventos que logró la llegada de un helicóptero de Carabineros a las 7 PM. No obstante, como las condiciones para volar eran marginales, antes que el aparato se retirara solo hubo tiempo para que de él se bajaran 2 miembros del GOPE. El problema ahora siendo que, como era tarde y había temperaturas sub-cero, estos a su vez tuvieron que ser asistidos por los montañistas presentes, quienes antes de retirarse los dejaron con equipo como para que aquellos pudieran pasar la noche. Después de lo cual, los rescatistas constataron el fallecimiento de Grossolli (38) y atendieron a un fracturado Jara que estaba unos 15 metros más abajo en estado de shock. Tras estabilizarlo y moverlo a un lugar más adecuado, en la mañana todos fueron evacuados vía aérea.
Algunas semanas después, el 22 de julio, 3 adultos se movían por el sendero de la ruta normal al Sollipulli (2.282 m). Usando raquetas de nieve para sortear el terreno, uno de ellos (Alfonso Canarios, 54) cayó al suelo con muestras de experimentar un paro cardíaco. José Silva, el guía de otro grupo que también estaba presente en el área, alcanzó a brindarle primeros auxilios, a pesar de lo cual Canarios perdió la vida en el lugar, siendo su cuerpo evacuado esa noche gracias al trabajo de diferentes organizaciones.
El 3 de agosto, una cordada de 2 montañistas venía descendiendo del volcán Lonquimay (2.865 m) cuando, aproximadamente a las 15:50 horas, Madeleine Segovia (30) perdió el equilibrio donde se inicia el característico filo que baja de la cumbre hacia el sur, dando inicio a una caída de centenares de metros que provocó su deceso.
Al día siguiente, en la misma área pero derechamente en lo que ya es Corralco, un esquiador decidió bajar por un canal fuera de pista rotulado para expertos (el Zanjón de la Cumbre), uno que se encontraba con una capa de nieve delgada sobre otra que tenía hielo. Condiciones que causaron que esta persona en algún instante se cayera, agarrara velocidad y acabara impactando fatalmente su cabeza en unas rocas ubicadas al final del recorrido.
El jueves 7 de septiembre, el chileno Tomás van Wersch (30) se encontraba randoneando con su polola en la zona de la Falsa Parva, separándose ellos alrededor de las 16:00 horas con la idea de reencontrarse después en el poblado de La Parva (donde estaban alojando). Pero van Wersch no llegó de vuelta y, al pasar el tiempo, la preocupación por su paradero derivó en una búsqueda en regla que involucró a múltiples instituciones, se vio dificultada por las condiciones climáticas y se extendió hasta la mañana del 22 de septiembre, que fue cuando el cuerpo sin vida de van Wersch fue ubicado cerca de un promontorio rocoso arriba del sector Barros Negros (al oeste de la Falsa Parva). Lo encontraron enterrado en la nieve, con los esquís puestos, su ropa intacta y sin presentar fracturas, antecedentes que hacen de este incidente uno de difícil interpretación, aunque permiten en principio descartar la ocurrencia de un impacto kinético o alguna avalancha.
El 19 de septiembre, Fabián Jara (56) y Christian Briones (50) se dirigieron al Melocotón (Cajón del Maipo, RM) para hacer barranquismo en el estero Las Cucas. A mediodía ya estaban posicionados arriba de la cascada que pretendían (una que presentaba un flujo mayor al habitual), primero descendiendo Jara y a continuación Briones, quien al principio no tuvo inconvenientes pero que, cuando llevaba 15 metros y le faltaban unos 8 para terminar, perdió la línea de descenso y fue a dar justo debajo de la caída de agua. En el entrevero, apretándosele el prusik que usaba como respaldo y quedando cabeza abajo por el peso de la mochila. Siéndole imposible salir del problema, fue ahora Jara el que hizo esfuerzos múltiples por auxiliarlo, hasta que pudo con la cuerda sacarlo de la cascada y, después, desde arriba, hacer una maniobra de transferencia de peso para bajarlo al suelo y aplicarle RCP. A pesar de lo cual, Briones falleció en algún momento de estos eventos.
El 7 de octubre, un grupo de 4 montañistas entró a la ruta normal del cerro Alto de la Posada (4.260 m). Tras hacer un campamento en su vertiente noreste, partieron a las 4 AM del domingo 8 y superaron sin problemas la característica canaleta norte. Una vez arriba, y tras Patricio Carvajal (62) manifestar su decisión de ir cerrando, cada uno continuó a su ritmo por el filo oeste para todos, salvo Carvajal, ir llegando a la cumbre pasadas las 14:15 horas. Treinta minutos más tarde comenzaron el descenso, desplazamiento que les permitió en algún instante poder observar que Carvajal estaba a unos 200 metros más abajo, pero por terreno expuesto; desviado de la dirección lógica de ascenso, un tanto corrido hacia el oeste, como yendo más bien hacia la Punta Desconocida (4.300 m). Hubo comunicación a gritos entre ellos, luego de lo cual Carvajal decidió continuar por su línea de ascenso mientras los demás retomaban la bajada. Momentos durante los cuales, aproximadamente a cota 4 mil, Carvajal sufrió una larga caída que, además, provocó un alud de piedras. Sus compañeros intentaron ir en su ayuda, pero por lo abrupto del terreno no les fue posible acceder a él o visualizar dónde había quedado. Al no obtener respuestas tras llamarlo, avisaron por celular a Carabineros de lo ocurrido, siendo posteriormente los restos de Carvajal localizados y evacuados por vía aérea (el 12 de octubre).
Casi al mismo tiempo que acontecían estos eventos, el francés Christophe Henry (38) y el chileno Juan Señoret (36) se dirigieron al volcán Puntiagudo (2.498 m) con la intención de realizarle un descenso en esquí por su cara norte. El martes 10 entraron a la montaña acompañados de otras personas, para el miércoles 11 levantarse temprano y hacer cumbre a las 07:22 horas; todo observado desde una arista cercana por quien estaba encargado de registrar la bajada, el también francés Mathurin Vauthier. Un poco después de las 8 de la mañana, Henry y Señoret partieron esquiando; al mismo tiempo, aquel adelante, este detrás. Mientras negociaban los primeros 50 delicados metros (50 grados, con 10 centímetros de nieve ligera sobre nieve dura) se produjo un primer incidente al ser Henry arrastrado un tanto por la nieve desplazada por Señoret. Tras rejuntarse, se movieron en dirección a un paso de 15 metros que pretendían desescalar, momentos en los que Señoret sufrió una caída-resbalón y, con ello, tanto él como Henry se vieron llevados por la nieve, agarrando velocidad por 200 metros y cayendo después por sobre un resalte vertical de 150 metros. Sucesos presenciados por Vauthier, quien a pesar de acceder prontamente a donde los esquiadores yacían, no pudo evitar sus respectivos fallecimientos. Sus cuerpos fueron evacuados por helicóptero a las 18:30 horas de ese mismo miércoles.
Dos días más tarde, Rodrigo Olivares (45) ascendió en solitario el cerro La Campana por su ruta normal, para, tras mantener comunicación vía celular, desaparecer sin dejar rastro. Variados procedimientos de búsqueda revisaron por una semana el área sin resultados positivos, hasta que el viernes 20 sus restos fueron localizados a unos 180 metros de la cumbre, por la vertiente sur del espolón de la Placa Darwin. Señalando la información circunstancial recopilada que su deceso se habría producido por una caída mientras bajaba.
El sábado 28 de ese mismo octubre, en Aguas Calientes (Antillanca), aproximadamente a las 16:00 horas el trail runner Juan Contreras ingresó solo al sendero que lleva a la laguna Bertín, como parte de su entrenamiento para su participación en una próxima competencia. El problema fue que las condiciones reinantes eran marginales, reportándose a las 6 de la tarde nevadas, viento blanco y temperaturas subcero; por ello, fue notorio el hecho que Contreras no regresara y, como tampoco contestaba su teléfono, antes de terminar la jornada ya se había activado un procedimiento formal en su búsqueda. Estos duraron varios días, centrándose en las coordenadas obtenidas de su aparato móvil y siendo complejas debido a las condiciones climáticas. Solo una semana después, alrededor de las 11:30 horas del 4 de noviembre, sus restos mortales fueron localizados en el collado que se forma entre las pistas de esquí Hayque y Don Pedro; a cota 1.400 y a unos 20 metros de la posición que originalmente su celular había señalado.
Un mes más tarde, el sábado 25 de noviembre, varios grupos llegaron al área de El Yeso con el objetivo de visitar la Laguna Negra, enfrentando ellos variados problemas para cruzar un río Yeso que se encontraba particularmente crecido. En tal contexto fue que 7 excursionistas se posicionaron en el punto que habitualmente se usa para vadearlo (a la altura de Las Cáscaras), pasando primero un varón con el extremo de una cuerda, extendiéndose un pasamanos a lo ancho del caudal y, aproximadamente a las 10 AM, Myriam Baeza (44) intentando el cruce. Sin embargo, ella tuvo problemas para moverse debido a la corriente y, con el agua ya llegándole a la cintura, en algún punto perdió pie y fue arrastrada por el caudal. A pesar de los presentes ir en su auxilio, estos esfuerzos se revelaron vanos pues Baeza no podría ser encontrada con vida, siendo sus restos localizados y extraídos horas más tarde por las autoridades.
Al día siguiente, en la madrugada del domingo 26 de noviembre, Enrique del Río (34) salió desde Santiago con la intención de hacer la vía Caries al Diente del Diablo (3.943 m). Partió caminando tipo 6 AM, remontó íntegro el Cajón de Lo Valdés, escaló 4 largos en roca y llegó a la cumbre a las 16:30 horas, enviando mensajes al respecto a través de su celular. Su regreso se esperaba a eso de las 10 de la noche de ese día, pero, al no producirse, en la mañana del lunes 27 se desencadenó una alarma que logró que un helicóptero llegara esa misma tarde al área en cuestión, pudiendo pronto localizar el cuerpo sin vida de del Río al pie de la ruta. Los rescatistas tomaron debida nota de la posición y estado del equipo que había en el lugar, con lo cual se pudo esbozar un escenario plausible de lo ocurrido. Esto sería que del Río habría venido rapeleando, faltándole solo uno para llegar al nevero de inicio, cuando se detuvo en una terraza para cambiarse las zapatillas de escalada por las botas de montaña que habría dejado ahí previamente en la subida. Para ello, dándose varios metros de cuerda (sin salirse de ella), además de anclarse corto a otro punto como precaución; luego, estando en el proceso de ponerse el primer zapato, algo habría causado que del Río cayera; ya sea un desequilibrio, el impacto de una roca o la falla de alguno de los anclajes. Lo que fuese, tal inesperado desplazamiento provocó que la cuerda (a la cual seguía conectado) sufriera una súbita carga en aceleración que habría provocado el subsecuente colapso del resto del sistema de seguridad.
Por esos mismos días, se iniciaba una expedición comercial al cerro Marmolejo (6.108 m) constituida por Mauricio Montero, Pablo Buchbinder, Raúl Espir, Sergio Berardo e Ignacio Lucero (guía); salvo Montero que era chileno, todos los mencionados argentinos (con Buchbinder radicado en nuestro país). Tras llegar el jueves 23 a Baños Morales, y subir como aclimatación el cerro Lo Valdés (4.000 m), comenzaron la ascensión propiamente tal el sábado 25 con el apoyo de mulas. No obstante, debido a la cantidad de nieve que aún había para la época, los animales no fueron capaces de subir las cargas hasta donde estaba planificado, ni tampoco el grupo pudo hacer el primer campamento que pretendían. Contratiempos que fueron replanteando el itinerario y que, en algún momento, llevaron a Montero y Buchbinder decidir regresarse antes dado que no contaban con los días extras necesarios para paliar tales eventualidades. Sus compañeros continuaron (usando el inReach de Lucero para enviar reportes), llegando el miércoles 29 a los 4.900 metros y con la idea de ir a la cumbre al día siguiente. Consecuentemente, Buchbinder (que ya estaba en Santiago) esperaba que el jueves 30 llegara alguna noticia de ellos al respecto, pero como tal cosa no aconteció, ni tampoco se supo nada a la mañana siguiente, en la tarde de ese mismo viernes se gatilló la alarma.
Las gestiones, movimientos y actores que se involucraron a continuación en los procedimientos de búsqueda fueron múltiples, pero se pueden resumir en que, usando helicópteros, el sábado 2 de diciembre fue localizado su Campo Alto y, el lunes 4, sus cuerpos sin vida; a 5.880 metros, sobre la ruta normal, semitapados por la nieve y separados 60 metros uno del otro (Espir arriba, Lucero al medio, Berardo abajo). Y en cuanto a determinar qué fue lo que pasó, se puede afirmar que no fue por grietas (estaban fuera del glaciar), avalanchas (insólitas en esa sección) o caídas (los cuerpos no mostraban daño). Las autopsias, por otro lado, señalaron que sus muertes habían sido por hipotermia, lo que aporta pero que es insuficiente al no decir nada acerca de las razones contribuyentes que llevaron a ello; lo cual nos obliga, una vez más, a entrar al clásico juego de las conjeturas.
El GPS de Lucero indicaba haber estado en la cumbre (6.108 m) a las 15:06 horas del jueves 30; el inReach, por otro lado, registró que a las 5 PM de ese día (y a 5.851 metros), Lucero había activado el envío de un mensaje pregrabado que decía “Estoy emprendiendo mi viaje”, un acto que se podría asumir como de despedida y que debió haber sido efectuado próximo a los instantes de los fallecimientos. Si usamos ambos datos como referencia, entonces se podría esbozar la idea que les habría tomado 2 horas descender 200 metros verticales y 700 lineales; un ritmo lento (y ya tarde en el día) que delata que venían o estaban enfrentando problemas de algún tipo iniciados quién sabe cuándo, siendo lo más probable (dada la información circunstancial disponible) que este haya sido el mal tiempo. Uno que, además, pudo haber estado potenciado (o no) por otros factores que también importan y que son de difícil verificación si es que no hay testigos; tales como el agotamiento, las carencias, los rendimientos u otros similares.
Ahora, normalmente con eso terminaría el reporte del incidente, pero de nuevo (pues también aconteció con el deceso de Juan Pablo Mohr en el K2) se debe criticar que, en el serio proceso de búsqueda de explicaciones realizada por los medios y las redes sociales, se haya dado espacio a las fantasías, el esoterismo y los mitos. Mediocridad que genera ruido, provoca desinformación y redunda en obstruir el desarrollo de la cultura de montaña de un país.
Dicho directamente, aquí no hay cabida para reflexiones estúpidas del tipo “latigazos del diablo”.
Retomando el reporte, el sábado 9 de diciembre Reinaldo Silva (80) salió temprano para realizar el circuito que lleva al cerro Provincia y termina en el Salto de Apoquindo (RM). Sin embargo, tras mantener regular comunicación por celular, se perdió contacto con él después de las 20:47 horas. Tras lo cual se desencadenaron búsquedas que lograron el miércoles 13 hallar su cuerpo sin vida en el sector de la quebrada El Maqui, presumiéndose que habría bajado por ahí tras acceder a la cumbre del Morro Tambor. Si bien oficialmente se estableció que su fallecimiento se debió a complicaciones cardíacas, se subentiende que es posible que tal situación haya estada potenciada por otras causas participantes, tales como el calor, la deshidratación, la edad, etc.
Por último, lo acontecido el 23 de diciembre, cuando Joaquín Chiok (61) y su hijo David (27) partieron a las 18:00 horas desde la Hacienda El Peñón con la intención de ascender el cerro Minillas. Sin embargo, transcurridas dos horas, iniciaron el regreso al manifestar el padre inusual cansancio, uno que derivo en otros malestares (incluyendo punzadas en el costado del corazón), hasta que a las 20:15 horas sufrió un desmayo. A pesar que su hijo le practicó maniobras de reanimación, Joaquín Chiok no recuperó la consciencia y terminó por fallecer en algún momento de estos eventos.
Importante, incompleto
De esta manera, concluye el esfuerzo por recordar los eventos fatales sucedidos en estos últimos 3 años. Ejercicio que es importante mas incompleto si no va acompañado de otro que esté enfocado en el análisis; para así poder identificar tendencias y adquirir perspectiva acerca del fenómeno de accidentabilidad en nuestros ambientes de montaña. Tarea que efectivamente pasaremos a realizar a continuación en las siguientes entregas.
Hasta entonces. Cuídense.
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