Espiadimonis, nueva ruta en la Serranía Avalancha
La catalana Sílvia Vidal, llegó este verano a las australes y escondidas paredes de la Serranía Avalancha, cerca de Puerto Cárdenas.
En su inagotable búsqueda de nuevas vías para escalar, Sílvia se encontró con esta pared casi virgen y perfecta para abrir una nueva ruta, de la que ya teníamos algunos datos gracias a la nota de nuestro amigo Martin “Fideo” Molina -autor de la ruta Araucanía- en Escalando #11.
En su relato, Sílvia nos cuenta que debió pasar 32 días colgada en la pared, la mitad de ellos encerrada en el portaledge por causa de las fuertes lluvias que normalmente azotan la región. El resultado fue Espiadimonis (1.300 m, A4/6b) y una serie de inolvidables momentos que convirtieron esta experiencia en una verdadera aventura.
Para entender mejor de qué se trata, lean las palabras de Sílvia a continuación.
Escogí esta pared gracias a la información de Pere Vilarasau y Martín “Fideo” Molina que me pasaron fotos y contaron del lugar.
Se trata de una nueva ruta en la pared Serranía Avalancha -en la Patagonia chilena- llamada Espiadimonis (Libélula, en catalán) y tiene una graduación de A4/6b, 1.300 metros de recorrido hasta donde la pared pierde verticalidad y luego 200 metros más de desnivel hasta la cumbre (máx. IV+), con terreno más fácil y algún tramo de nieve.
Tras fijar los primeros 350 metros hasta lo que sería el campo 1 de pared, permanecí del 8 de febrero al 10 de marzo colgada en solitario. Un total de 32 días sin bajar, de los cuales el clima me obligó a pasar 16 sin poder realizar maniobra alguna y tres se utilizaron para los rapeles.
Una característica esencial de esta vía es su geografía. La pared se alza desde la orilla de un lago, por lo que la aproximación ha de hacerse con una barca inflable. Pero para llegar a ese punto primeselva valdiviana, abriendo paso con machete para encontrar los rastros de lo que podríamos llaro se debe avanzar por un tramo de selva valdiviana, abriendo paso con machete para encontrar los rastros de lo que podríamos llamar un camino. En total son unas ocho horas con peso, si se conoce por donde ir, cruzando un par de ríos bravos.
Para esta tarea contraté a dos escaladores (Dante Alegría y Daniel Azocar) que me ayudaron con los porteos. Hicimos dos porteos cada uno de 25 kg. Luego, para el descenso, realicé cinco porteos de 25 kg. sola.
La pared conocía de escaladas previas. Ya existía una ruta en ella llamada Araucanía, abierta por los escaladores argentinos Martín Molina, Luís Molina y Mariana Gallego en 2007, pero la cumbre permanecía virgen.
Dejando a un lado los datos numéricos, me gustaría destacar lo que fueron estos casi dos meses sola en la zona.
Lo más importante es que llovió un montón, cosa que allí es normal. Las lluvias torrenciales pueden durar días, con lo que la pared se transforma en una especie de barranco de río por el que caen cascadas impresionantes. Se hace imposible escalar, por lo que hay que ir decidido a pasar varias jornadas en el portaledge.
Con el agua no se podía rapelar por algunos de los tramos de la ruta. Esto, sumado a que como siempre iba sin ningún medio de comunicación (ni teléfonos, ni radio, ni partes meteorológicos) hicieron frecuentes las dudas de si podría hacer cumbre o rapelar.
Una vez terminada la vía empecé con los desporteos, que me llevaron una semana. Ahí es donde pasé el mayor miedo, pues uno de los ríos que a la subida habíamos cruzado con el agua a media pierna, ahora era totalmente infranqueable. Tuve que esperar cuatro días para poder cruzarlo y tuve la gran suerte de que hubo tres días consecutivos sin lluvia, con lo que bajó considerablemente el nivel de su caudal.
Estas son sólo algunas de las anécdotas que forman parte de esta aventura. Por último, me gustaría comentar que al borde del lago hay restos de una cabaña antigua y que en ella encontré basura, que me pareció demasiada para lo poco que se ha frecuentado la zona. Creo que son estas cosas a las que deberíamos dar realmente importancia.
Mas información en el sitio de Sílvia Vidal: www.vidalsilvia.com