La apertura de El Bonsai en Cochamó: una conversación con el aperturista Diego Díaz.

Por Enrique Marmentini
Foto cabecera por Julia Cassou
. //Mathieu Miquel encadenando la fisura de la desilusión (13b/c 55m).

A finales de marzo, el mundo de los medios de montaña hacía eco de una gran noticia: la apertura de una nueva y fantástica vía en el valle de Cochamó. El Bonsai (1000 metros 8b+?) -en el cerro Capicúa- consiste de 25 increíbles largos que recorren una de las paredes más emblemáticas del valle de Cochamó. En conversación con Revista Escalando, Diego Díaz -uno de los aperturistas de esta mega línea- nos  cuenta de lo que significó jugársela, de saber esperar las condiciones adecuadas, y de salir airosos de toda esta operación, más allá del grado técnico.

El cerro Capicúa es cosa seria. Sus paredes de inmaculado granito son material de sueños, y Diego Díaz -escalador local y aspirante a guía UIAGM que conoce el valle de Cochamó como pocos- tenía la vista puesta en esta pared desde hace años.Una década para ser exactos, cuando la apreció en su totalidad desde la cumbre del cerro Arcoiris.

“La calidad de la roca, su longitud, la verticalidad, desplome del headwall, y el tipo de escalada que encuentras ahí es único”, señala Diego desde su hogar en Los Lagos, la región que lo ha visto crecer como escalador.

La del Capicúa era una de las últimas paredes del valle que le faltaban por conocer a Diego, y el lanzarse a abrirle un recorrido fue parte de un proceso de “muchos años de entrenamiento, recorriendo otras paredes, aprendiendo abrir en otros lugares, aprendiendo de otros grandes amigos para querer sentirme listo… pero creo que realmente nunca lo lograba, hasta que un día conversando con Andrés Zegers, me transmitió que para él también era un sueño.”

Tras una conversación telefónica entre ambos, Andrés Zegers viajó desde Pucón -donde vive- a Puerto Montt.

El resultado de su duro trabajo aplicado en la pared -en el cual además de Andrés y Diego participaron los escaladores Mathieu Miquel, José Ignacio Arrate y Francisco Pinuer- son 25 largos, al menos 8 de los cuales se sitúan por sobre el octavo grado.

Un Bonsái en detalle.

El 23 de diciembre del año pasado -y con la ayuda de los arrieros locales- Diego, Andrés y Mathieu subieron al lugar conocido como ‘camping Trawén’ con provisiones para 2 semanas. Ese mismo día subieron a dejar un depósito y mirar la pared con binoculares.

El plan era llegar hasta el lugar conocido como ‘Plaza Cataluña’, en el largo 9 del recorrido, al día siguiente. Allí hay una terraza gigante, pero llegarle fue más difícil de lo que pensaban. Hubo que sortear cascadas de agua y fisuras mojadas, y a ‘Plaza Cataluña’ llegaron al día subsiguiente. Desde ahí para arriba, tenían ante ellos un gigantesco lienzo en blanco.

Días de limpieza de fisuras, retiro de plantas y las piedras sueltas. @diegodiasag

“Nos sorprendió rápidamente la calidad a la que nos estábamos adentrando. Andrés llamó al primer largo el largo del portal del carpintero, una fisura de punta de dedos con un labio de la fisura predominante hacia fuera, un estilo de escalada elegante y técnico”, detalla Diego.

El primer crux lo encontraron en el largo 4, la ‘fisura de la desilusión’, un 8a/8a+ de 55 metros, largo y vertical, con una pasada de techo que remata en un slab técnico; desde ahí, largos de fisura de alta calidad y de buenas protecciones los dejaron debajo del largo que nombraron como ‘libro del amor’, un diedro de 50 metros que Diego describe como “perfecto, súper vertical, de completo stemming.” Uno de los más duros de la ruta, en este largo colocaron chapas, pensadas para que las caídas no sean tan expuestas.

Escalando el ‘largo del pirata’, después del crux del techo. © Julia cassou

Tras algunos largos de atributos muy peculiares, que Diego describe como “diedros sobre diedros que se unían a fisuras perfectas”, el equipo quedó de cara al headwall.

Aquí la pared se comenzó a desplomar, y el team se decidió por un desplome que nombraron como el ‘largo de la Fe’, una fisura de .5 y .75 que los dejó en una repisa cómoda, donde se encontraron con un alerce o ciprés en miniatura similar a un bonsái.

El largo del ‘diedro del amor’. @diegodiazag

A partir de ahí, el largo de la redención: un posible 13d/14adesplomado, de granito amarillo, a mil metros del suelo, del que se hizo cargo Andrés Zegers.

Diego señala como “un privilegio [el] poder ver a un maestro de la verticalidad resolver con tanta sutileza y elegancia un largo de tanta dificultad (…) ver colgar la cuerda sin rozar la roca en el espacio con el horizonte de todo el valle de Cochamó, con un bonsái a casi 1000 metros, es algo que recordaré con mucho aprecio durante toda la vida”.

El resultado es una vía que está ahí arriba con algunas de las más difíciles del valle:

Para Díaz, “la línea es una ruta muy dura -junto con Picaflor (1000 mts 8a+) y El Cóndor Pasa (700 mts 8b). Pero seguro que hay otras líneas que están en artifo en el valle, que si fueran en libre, serían más duras. Eso lo dirá el tiempo cuando escaladores del más alto nivel lo resuelvan”.

Topo de El Bonsai. @diegodiazag

Más allá del grado

Al consultarle a Diego por el crux del recorrido, sentencia que este, más allá del grado de dificultad de escalada, consistió en “intentar gestionar todas las aristas posibles en conjunto con el equipo para sacar adelante el proyecto.

Al ser un proyecto autogestionado, donde los recursos son súper limitados (y la inversión tan alta), nos vimos obligados a improvisar bastantes procesos que hubieran sido mucho más eficientes con los equipos requeridos.

Fue un desafío enorme poder ir solucionando en el camino lo que iba faltando, consiguiendo con amigos cuerdas dinámicas viejas para poder fijar y seguir con la motivación alta en todo momento (…) creo que estas maniobras son crux de apertura -como estar progresando con dos talon en pequeños relieves- o poniendo un bolt en una posición extraña, pensando que te vas a volar en cualquier momento, con la broca a la mitad”.

Un desafío pendiente

No es un secreto ni una novedad: el valle de Cochamó se viene consolidando como uno de los mejores destinos para el bigwall de aventura desde hace años, pero no todos los días es que una de las vías más difíciles del valle es abierta por un equipo que en esencia es local.

Con la cantidad de cordadas internacionales que llegan verano tras verano al valle a medirse con los octavos grados de grandes paredes, es de esperar que El Bonsai vea actividad la temporada que viene -más si consideramos que falta liberar todos los largos de una vía de mucha calidad.

 

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