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Polémica por el uso de gas xenón para escalar el Everest: ¿de qué se trata?
Fue a principios de enero que el Financial Times reportaba acerca de la más nueva polémica en relación con la montaña más alta del mundo. Furtenbach Expeditions -empresa encargada de armar expediciones comerciales alrededor del globo- espera llevar a un grupo de clientes de forma ultrarrápida a la cumbre más famosa, mediante el uso de un gas que aseguran prevendría el desarrollo de mal de altura.
Generalmente, subir el Everest (8,848 metros) es un asunto de varias semanas; las personas pueden llegar a invertir entre 60 y 75 días en sus intentos por llegar a la legendaria cumbre. Entre llegar a Nepal (o China), hacer la caminata de aproximación a la montaña, aclimatar adecuada y progresivamente -y navegar entre las multitudes que tienen el mismo objetivo que uno- difícilmente podríamos considerarlo un asunto exprés. Pero el guía austriaco Lukas Furtenbach viene trabajando hace un tiempo para cambiar esto.
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©Lukas Furtenbach/Furtenbach Expeditions
El 11 de enero pasado, el periódico británico Financial Times publicó una pieza en torno a los planes de Furtenbach por llevar a un grupo de cuatro clientes a la cima usando un novedoso método en el ámbito de las expediciones comerciales: a la llegada de los clientes a Katmandú, inmediatamente se irán a una clínica local, donde a cada uno se le administrarágas xenón, por vía de un ventilador, por media hora cada uno. Terminado el tratamiento con xenón, tomarán un helicóptero directo al campamento base de la montaña, donde comenzarán a ascender lo antes posible.
El mismo Furtenbach quedó convencido de la efectividad del protocolo con xenón -un gas utilizado en la industria de la iluminación y como anestésico- tras haber probado él mismo su efectividad. Recibió el tratamiento de inhalación de la mezcla de xenón y oxígeno de manos de Michael Fries, médico alemán que se lo propuso como una opción viable para las montañas en primera instancia. Tras esto Furtenbach se dirigió al Aconcagua.
Llegó a la cumbre, de casi siete mil metros de altura, en ocho días desde que partió desde Europa y sin aclimatación previa. Su nivel de aclimatación, aseguró al Times, era mayor que el de los guías locales.
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©Lukas Furtenbach/Furtenbach Expeditions
Si es exitoso en su plan con los cuatro clientes en mayo próximo, Lukas Furtenbach bien podría tener la receta de las expediciones comerciales más rápidas que se hayan visto en el Everest, todo pagando un precio que está alrededor de los ciento cincuenta y cuatro mil dólares por cliente.
¿Cómo funciona el tratamiento con gas xenón en el cuerpo?
El gas xenón es un gas noble, parte de un grupo de elementos químicos poco reactivos y muy estables cuya aplicación fisiológica generalmente se da en su uso como anestésico.
Mediante el protocolo que Furtenbach ha establecido para sus clientes (media hora inhalando una mezcla de xenón con oxígeno inmediatamente tras llegar a Katmandú), los clientes verían una mayor producción de eritropoyetina en sus riñones, lo que a su vez lleva a la presencia un mayor número de glóbulos rojos en la sangre; una especie de aclimatación o acondicionamiento exprés que permitiría al grupo avanzar de forma más rápida (y segura, según se argumenta) por una montaña que de otra forma no se los permitiría.
Respuesta de la UIAA
Por otro lado, la UIAA (Unión Internacional de Asociaciones de Alpinismo) -a través de la Comisión Médica del órgano- entró al debate generado por la expedición Furtenbach a través de un comunicado publicado el día 22 de enero, donde se asegura que “según la literatura actual, no hay evidencia de que respirar xenón mejore el rendimiento en la montaña, y su uso inadecuado puede ser peligroso. Aunque una sola inhalación de xenón puede aumentar de manera medible la liberación de eritropoyetina, este aumento no se mantiene durante cuatro semanas de uso ni se asocia con cambios en los glóbulos rojos. Según la literatura, los efectos en el rendimiento son poco claros y probablemente inexistentes.”
Generalmente, las ventanas de cumbre en el Everest suelen comenzar a darse en mayo de cada año, por lo que aún restan algunos meses para ver los efectos reales que tendrá el plan de Furtenbach por revolucionar la industria del ochomilismo.