Los Monster – Equipando y reequipando con titanio en la región de Coquimbo

Por Brian Chinn

Puede ser que en Coquimbo exista el único sector de escalada completamente equipado con titanio en América del Sur. La verdad, no sabría decir si esto es cierto o no, pero hay buenas probabilidades de que sí. Al menos en Chile, es el caso. Y me gustaría que alguien más lo supiera. No porque desee que vengan, como buen coquimbano prefiero que NO VENGAN, sino porque el proceso y el ejemplo pueden ser interesantes y ojalá útiles para escaladores y escaladoras de otras regiones interesados en el cuidado y mantenimiento de los espacios compartidos que son los sectores de escalada.

El Fuerte Lambert de Coquimbo es una reliquia del siglo XIX, ubicado en la punta de la península de la ciudad de Coquimbo. Como en gran parte del borde costero de Coquimbo, se puede encontrar una cantidad importante de boulders de granito en los alrededores del fuerte. Estos boulders, junto con los de La Pampilla, forman la cuna de la escalada en la Región de Coquimbo, y también son significativos a nivel nacional en el desarrollo de la práctica de la «escalada» en modo boulder. Además, en las cercanías del Fuerte Lambert también existen paredes con rutas de deportiva. Estas son las primeras rutas de deportiva equipadas en la región, desde 2001(?), por escaladores como Francisco Baez Castillo, Ariel y Andrés Valenzuela, Pablo Herrera, Rodrigo Díaz y Emilio Sierra. Este sector costero de rutas y boulder se conoce como «Los Monster». Sus rutas de deportiva tienen un estilo particular y boulderero, y suelen tener entre 8 y 15 metros, con los crux bien definidos.

 

© Roberto Olmos Gormaz

 

Uno de los atractivos de este sector de escalada es que está pegado al mar, lo que, aparte de ofrecer un entorno hermoso con vistas bonitas y flora nativa, hace que gran parte del tiempo la roca esté húmeda y en un ambiente salino, lo que deteriora mucho los anclajes. Los más comúnmente usados en Chile son de acero zincado y duran unas pocas temporadas. Los anclajes de acero inoxidable 304 van mejor, pero también se oxidan. Por otro lado, los de acero inoxidable 316 van bien, pero existe el fenómeno de corrosión bajo tensión (ver referencia en la conclusión), que genera un modo de falla peligroso de estos anclajes en ambientes salinos y, además, estos anclajes son extremadamente caros en el mercado nacional. Varias rutas fueron equipadas originalmente con zincado y luego reequipadas con inox 304; a pesar de ello, volvieron a presentar indicios de corrosión. En general, cuando llegué a la región en 2016, muchas de las rutas se escalaban, pero los anclajes no daban mucha confianza.

En 2016, mientras un amigo hacía rápel para desequipar la ruta «Mescalito», se cortó completamente uno de los dos pernos de la reunión. El pobre bajó rezando para que el otro perno, también oxidado, aguantara. Afortunadamente, así fue el caso, y este amigo llegó al suelo agradecido de que fuera uno de los pernos de la reunión el primero en fallar y no uno de las chapas a mitad de vía. En tal caso, los resultados hubieran sido bastante graves, hasta posiblemente fatales.

 

© Brian Chinn

 

Este evento impulsó que se hiciera un aviso general de que no era seguro seguir escalando en el sector mientras se evaluaba la situación. Un domingo, se reunió una buena cantidad de escaladores en el sector para discutir el tema y buscar soluciones. Yo participé, pero la verdad es que entendí menos de la mitad de lo que se conversó (soy estadounidense y mi español no era muy bueno en ese entonces). Pero quedó claro que algo había que hacer para rescatar este sector emblemático de la región. Después de esa reunión, con un grupo más reducido, hicimos un análisis de las opciones (acero inoxidable 316, acero inoxidable HCR o titanio). Llegamos a la conclusión de que el titanio era la mejor opción, la más cara, aunque no por mucho porque el 316 en Chile también es muy caro, pero de lejos la solución más duradera y segura. El titanio efectivamente no se va a corroer en una escala de tiempo relevante. La vida útil está limitada no por el anclaje mismo, sino por el epoxy (pegamento), ya que son anclajes «químicos». Y este epoxy tiene una vida útil de mínimo 50 años, probablemente mucho más. Así que nos lanzamos con el titanio.

Me ofrecí a traer el material desde afuera ya que el titanio no se vende en Chile. Y al importarlo directamente, habría que sumarle el IVA al precio del anclaje junto con el impuesto de importación, lo que haría imposible algo ya bastante difícil. Cada anclaje vale alrededor de $9.000, más el costo del epoxy, que es aproximadamente $1.000 por anclaje. Era una tarea para hacer entre muchos, por eso se armó un grupo de Facebook para coordinar y emplear el método de «vaquita» para juntar el dinero (en Chile, hacer una “vaca” es recaudar dinero mediante aportes voluntarios en una comunidad pequeña). Mauricio Rojas lideraba la coordinación y la recolección de fondos. Mauricio y Ariel Castro, entre otros, eran clave para motivar a la gente y poder realizar lo que era solo una idea en ese instante. Se superó cualquier expectativa, recolectando $455.000 en esa primera vaquita. Por lo tanto, hice mi tarea de mula de titanio, comprando los materiales y trayéndolos después de un viaje para visitar a mi familia en EEUU. Al llegar, pensé que se había terminado mi trabajo, que algún equipador local se encargaría de reequipar las rutas, ya que yo nunca había equipado ni tampoco escalaba tanto. Pero no pasó nada, hasta que Pablo Herrera, uno de los equipadores originales de “Monster”, me contactó y coordinamos para empezar a instalar esos primeros anclajes.

 

© Brian Chinn

 

La  primera «vaca» se llevó a cabo en septiembre/octubre de 2016. Actualmente, se han instalado alrededor de 250 anclajes de titanio en las paredes del sector. En total, hay 40 rutas de deportiva, junto con algunas variantes y líneas de top-rope o tradicional. De estas cuarenta rutas de deportiva, 23 son rutas originales reequipadas y unas 17 son rutas completamente nuevas. Todas están equipadas con titanio, lo que representa un costo total aproximado de $3.800.000. La totalidad de los fondos fue recaudada mediante «vacas» en el mismo grupo de Facebook. El 97% de las contribuciones provino de escaladores individuales (no de empresas), en su mayoría locales, con la voluntad de contribuir al mantenimiento y crecimiento de este sector querido (u odiado por algunos).

En total, realizamos siete «vacas» entre 2016 y 2021. A lo largo de ese período, el grupo experimentó varios cambios. Mauricio y Ariel se retiraron, y yo asumí la coordinación de las «vacas» y la adquisición de materiales. Pablo tenía menos tiempo y, finalmente, gran parte del equipamiento lo llevé a cabo con la colaboración de unos pocos amigos dedicados, como Jorge Guerrero, o muchas veces lo hice en solitario. 

 

© Ignacio González Araya / @nachogslck

 

No todo fue fácil. Entre 2017 y 2018, después de la primera «vaca», realizamos tres más, pero solo logramos la participación de entre 5 y 8 personas en cada ocasión. Casi desistí por vergüenza. Muchos de los escaladores que frecuentaban o que actualmente frecuentan el sector no contribuyeron a pesar de tener varias oportunidades para hacerlo. Aun así, seguimos adelante, y en la última «vaca» en 2021 finalmente logramos la participación de 30 personas, ¡por fin! Además, superamos la participación de la primera «vaca» realizada 5 años antes, lo que nos permitió finalmente cerrar el ciclo.

Este relato no estaría completo sin mencionar brevemente lo tedioso que resulta equipar y reequipar con anclajes químicos y brocas de 14mm en roca dura. Cuando comenzamos, mi taladro y batería solo permitían hacer 3,5 miserables hoyos. Si sumamos el taladro de un amigo, podíamos llegar a entre 6 y 7 agujeros. Esto se debe a que una broca de 14mm extrae casi el doble del volumen de material en comparación con una de 10mm, que es la que se utiliza para un perno de expansión estándar (y las brocas se desgastan mucho más rápido…). Por lo tanto, en un fin de semana se lograba (re)equipar solamente una ruta, a veces incluso menos. Multiplicado por 40. ¡CSM! (¡Vaya desafío! 🙂 ) Con los años, mejoré el sistema y logramos ser más eficientes, pero aún así, la tarea seguía siendo ardua.

 

@ Ignacio González Araya / @nachogslck

 

En resumen, así fue más o menos cómo transcurrió todo. El tema de reequipar sectores completos o equipar desde cero con materiales adecuados pero extremadamente costosos será imperativo en varios lugares en algún momento. Con perseverancia a lo largo del tiempo, una visión clara, la colaboración transversal de la comunidad de escaladores y una organización mínima, se pueden lograr grandes cosas. En el caso de “Monster”, se logró precisamente esto. Entre varias personas, logramos revivir un lugar casi abandonado. Y, en el proceso, creamos un espacio apreciado por muchos, que perdurará y podrá ser heredado entre las generaciones de escaladores y escaladoras.

 


Referencia:

“Corrosión y fisuras por corrosión bajo tensión de los anclajes de escalada en roca. Actualización 2020 de la norma UIAA 123”.   

https://theuiaa.org/documents/safety/2020_UIAAclimbinganchorsupdate_ESP.pdf

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