Ermanno Salvaterra: El Adiós a un Maestro de la Montaña

La comunidad alpinista está de luto por la trágica pérdida de Ermanno Salvaterra en las Dolomitas. Conocido afectuosamente como «el hombre de Torre», encontró su final en las mismas montañas que tanto amaba, mientras guiaba a un cliente a través de la arista oeste hasta el Campanile Alto. La noticia de su fallecimiento ha dejado un vacío en el corazón de la comunidad alpinista, pero su legado perdurará en las cumbres que tanto adoraba.

El trágico incidente tuvo lugar ayer, cuando Salvaterra y su cliente se aventuraban por una arista occidental hacia el Campanile Alto. Una caída de aproximadamente veinte metros en una chimenea se llevó la vida del experimentado montañero. A pesar de los esfuerzos del equipo de rescate, encabezado por su amigo y colega montañista Franco Nicolini, no se pudo evitar el fatídico desenlace. Fue trasladado a Madonna di Campiglio. Su compañero de escalada fue recogido y transportado, ileso, río abajo.

La historia de Ermanno Salvaterra es una combinación de amor y pasión por la montaña, en especial por dos regiones distintas pero igualmente cautivadoras: la Patagonia y su querido Brenta. Su corazón latía con la misma intensidad por ambos lugares, creando un vínculo profundo entre su lugar de nacimiento y su refugio de montaña en la Patagonia, donde realizó innumerables expediciones memorables.

 

Salvaterra en su juventud. Foto: Colección Ermanno Salvaterra

 

Nacido el 21 de enero de 1955 en Pinzolo, Salvaterra creció en un entorno montañoso gracias a su familia, quienes administraban el Refugio XII Apostoli. Fue cerca de este refugio donde desarrolló sus habilidades de escalada por sí mismo, logrando su primera ascensión a la Torre d’Agola cuando tenía solo once años.

A lo largo de su carrera, Salvaterra dejó una marca perdurable en las Dolomitas al abrir rutas extremadamente exigentes y desafiando los límites del alpinismo moderno. Uno de sus mayores logros fue la ruta «Super Maria» en Crozzon di Brenta, una ruta que dedicó a su abuela. En la década de 1980, inmerso en el espíritu vibrante de esa época, realizó ascensos solitarios con tiempos récord, como su impresionante recorrido en 1986 que abarcó múltiples rutas en tan solo 9 horas y media. Tres años más tarde unió el Pilastro dei Francesi en Crozzon di Brenta, cara este del Pilar de Cima Tosa, Spigolo Graffer de Campanile Basso, cara este de Brenta Alta y Diedro Oggioni en Campanile Alto en menos de 12 horas. 

 

Ermanno Salvaterra en la cumbre del Cerro Torre, 1983 Foto: E.Salvaterra, M.Giarolli

 

Pero su alcance no se limitó a las Dolomitas. Salvaterra también dejó su huella en la Patagonia, donde realizó varias expediciones que dejaron una marca imborrable en la historia del montañismo. En 1983, repitió la «Ruta del Compresor» en el Cerro Torre, con su compañero Maurizio Giarolli. No contento con eso, en la misma temporada, escaló la “Supercanaleta» del Fitz Roy, en una expedición en la que estuvo acompañado por el propio Giarolli y Elio Orlandi. A lo largo de su carrera, dejó su huella en el Cerro Torre, fue así que en 1985,  junto a Sarchí, Giarolli y Caruso, desafió los rigores del invierno al lograr la primera ascensión invernal al Cerro Torre. Otro  hito notable fue su ascenso en 2005 por la cara norte, una hazaña que compartió con Rolando Garibotti y Alessandro Beltrami, trazando un nuevo itinerario con la ruta conocida como “El Arca de los Vientos”, que procede en parte de la ruta descrita por Cesare Maestri en su intento de 1959 con Toni Egger. Esta última ruta abrió el cerrojo de la gran Travesía Torre, la cual Salvaterra intentó en varias ocasiones desde los años 90  y que fue finalmente completada en 2008 por Rolo Garibotti y Colin Haley.

 

Salvaterra y Rolando Garibotti (izquierda) en su primer campamento en la ruta, El Arca de los Vientos. Foto: Alessandro Beltrami

 

La partida de Ermanno Salvaterra deja un vacío en el mundo de la montaña, pero su espíritu perdurará a través de su filosofía, sus rutas, las historias de sus ascensos y su amor eterno por las cumbres que lo cautivaron desde su infancia. Sin duda, su legado inspirará a futuras generaciones de escaladores a abrazar la pasión y vivir plenamente cada momento en la montaña.

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