Ayayema Wesqar: la primera travesía al Grupo La Paz

Sebastián Pelletti, Hernán Rodríguez y Antar Machado realizaron por primera vez la travesía completa al Grupo La Paz. A través de una ruta que llamaron “Ayayema Wesqar” (5.11+), que significa espíritu de las montañas en lengua Kawésqar, esta cordada auspiciada por Lippi escaló las cuatro agujas que se levantan en este paraíso de mar y granito, entre los fiordos y canales Magallánicos.

Por Consuelo Morán

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El tercer día de la expedición fue el más rudo de todos. “Estábamos dentro de una pelota de ping pong”, cuenta el escalador Hernán Rodríguez para graficar la sensación de estar rodeados de una nube densa, blanca y húmeda. Eran las 4 de la mañana, la noche se mezclaba con la bruma y en la cordada rondaba la duda. Seguir o volver. Después de escalar dos largos sencillos, la mala visibilidad y el clima inestable que caracteriza a este rincón de la Patagonia parecía decirles que no.

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Antar Machado, Sebastián Pelletti, Hernán Rodríguez. © Colección Expedición Ayayema Wesqar

“Llegamos a una terraza y sólo se veía una placa mojada, sin nada. El sistema que habíamos visto el día anterior partía siete u ocho metros más arriba de donde estábamos”, dice Sebastián Pelletti, a quien le tocó puntear el crux de la travesía, de noche y con la pared húmeda: un 5.11 en la aguja Central. Sirviéndose de las estrellas y el círculo de luz de su frontal, el escalador australiano radicado en Natales logró encontrar protección en lo que parecía una placa completamente sellada.

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“Llegamos a una terraza y sólo se veía una placa mojada, sin nada. El sistema que habíamos visto el día anterior partía siete u ocho metros más arriba de donde estábamos”

Pelletti progresó metro a metro, hasta que la nube quedó debajo de ellos. La visibilidad volvió a ser perfecta con la salida del sol, se terminó la noche y con ella la sección más difícil de la escalada. Nuevamente se dejó ver la majestuosidad del fiordo de Las Montañas, con un amanecer anaranjado detrás de la nevada cordillera de Sarmiento al Oeste y el canal Santa María al Este. Laberinto de mar y montañas de la región de Magallanes, donde se levantan las cuatro agujas de granito del grupo la Paz.

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Un territorio salvaje y prístino, que en 1988 fue explorado por Yvonne Chouinard junto a Jim Donini, quienes escalaron la aguja Oeste, la más alta de estas agujas de granito. Sólo pararse en este rincón de la Patagonia exige una logística importante, tanto para esperar una de las escasas ventanas como para navegar los más de 90 kilómetros que separan a esta península de roca de Puerto Natales, y que Sebastián, Hernán y Antar pudieron costear gracias al apoyo de Lippi.

La ventana llegó y era perfecta: cuatro días completos de buen clima. El 21 de febrero zarparon en un zodiac capitaneado por Héctor “Chino” Díaz. Un operador turístico local que ha explorado la zona por 15 años y lleva una de las pocas empresas que navegan por estos canales, Patagonian Fjords: otro auspiciador de esta expedición. En 2017, Chino también llevó a un grupo de atletas Arc’teryx a la cordillera de Sarmiento (frente al grupo la Paz), quienes al más puro estilo alpino hicieron el primer ascenso al cerro Tigreli (1626m).

Montañas de difícil acceso y mal clima que Pelletti ya conocía: en 2020 escaló junto a José Navarro y Nicolás Secul las agujas Este y Central, logrando la primera ascensión de la última. Pero ahora volvió junto a Hernán y Antar para ir por la travesía completa, esta vez por el otro lado, recorriendo el grupo la Paz de Oeste a Este. A la primera aguja, la más pequeña, la llamaron “Aguja Yeque”, que significa pequeña en Kawésqar: los primeros exploradores de este lugar, donde las montañas y los glaciares se juntan con el mar.

El segundo día escalaron la aguja Oeste por la vía Chouinard-Donini, donde encontraron pitones abandonados hace más de 30 años por esta cordada pionera. Luego, entre trepes y rapeles a una formación menor de roca que está en medio, los tres escaladores llegaron a los pies de la aguja Central. Ahí fue donde el clima se manifestó en forma de ráfagas, garuga y nubosidad. A través del In-Reach, los mensajes decían que el clima estaba bien, pero la realidad no era tan auspiciosa como el meteo.


 
 

 

Después de una jornada completa analizando las condiciones, la alarma sonó a las 12 de la noche. La nube seguía ahí, llenando la atmósfera de un frío blanco y difuso. Era el momento de la decisión final: escalar la cara Oeste de la aguja Central o volver. “Pero había mucha emoción y nada, traté de mantenerme presente. Me metí la idea de que iba a darle hasta el máximo punto donde realmente no podía”, cuenta Sebastián Pelleti, que junto a Hernán y Antar, llegaron a la cumbre de esta aguja a las 7 am.

Itinerario y clima que volvían a ser perfectos, justo a tiempo para escalar la última aguja, rapelear y luego caminar a la ribera del canal Santa María, donde los esperaba Chino. El mismo día que comenzó en la madrugada dentro de la nube, llegaron a dormir a Puerto Natales por la noche, como si todo hubiese sido un sueño. Un sueño vertical de escalada, mar y granito, dentro de una pelota de ping pong•

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