Climb to Tokio ¡en primera persona!
La escalada debutó en los Juegos Olímpicos y ya tenemos a los primeros medallistas de este deporte. Desde Tokio, Ignacio Solar «el Chapas», nos envía un breve reporte sobre lo que fueron sus impresiones del estreno olímpico.
Por: “El Chapas”
Ni la pandemia pudo contra el debut de la escalada deportiva en Tokio 2020-1. La imagen de una austera ceremonia inaugural, seguida de graderías vacías en los recintos deportivos como medida de contención Covid, quedaron casi en el olvido en el desarrollo de las cuatro jornadas que marcaron el inicio de un ciclo histórico para la escalada de competencia. Es que, a la falta de acceso para el público general, la familia olímpica en su conjunto -delegaciones, voluntarios y hasta el mismo presidente del COI Thomas Bach- se volcaron al Aomi Urban Sport Park para atestiguar la puesta en escena de una nueva disciplina olímpica.
Los ingredientes eran variados. El ambiente caluroso y húmedo de Tokio (30° y hasta 80% de humedad) albergaría un deporte nuevo, incluyendo a la disciplina más rápida en la historia del olimpismo -la velocidad- en medio de un formato de puntuación cuestionado por los/las mismos/as atletas.
La regla fue simple. Se multiplicarían los puestos obtenidos en cada disciplina. El/la deportista con menos puntos gana. Se arrancó con velocidad, luego búlder y se cerró con dificultad. La velocidad era en formato eliminación directa. La salida a las siguientes dos disciplinas las definió el ranking en la disciplina anterior (ser primero en velocidad te permitía salir primero en búlder y lo mismo desde búlder hacia dificultad). Aunque parezca un detalle, esto permitió que los/las especialistas de búlder y ruta, que solían quedar últimos al comienzo terminaban cerrando las pruebas, lo que dio una progresión emocionante a la resolución de los problemas.
La final masculina fue de infarto. Jakob Schubert, último en la combinada, salió último a cerrar la ruta. Un agarre dominado bajo Adam Ondra, pero sobre Alberto Ginés López, habría coronado al checo. Uno bajo Ginés o sobre Ondra, coronaría al español (cambiar un puesto en la tabla implica que se multiplica el ranking combinado y todo se desordena). El austriaco sacó todo su lustre para ser el único en encadenar la ruta y dejar así la primera gran sorpresa. Ginés López, escalador desconocido en el circuito, debutaba como campeón olímpico, el estadounidense Nathaniel Coleman se colaba con la plata gracias a su notable rendimiento en búlder y Schubert se metía en el podio con un memorable pegue. Afuera quedaron los favoritos como Ondra, Narasaki y el mismo Megos que no clasificó a la final.
La final femenina dejó otros momentos notables. La final de velocidad entre las dos especialistas clasificadas – Aleksandra Miroslaw de Polonia y Anouck Jaubert de Francia- dejó una carrera milimétrica con un nuevo récord del mundo/olímpico. Lo de Janja Gabret fue simplemente una clase maestra. Encadenó los cuatro búlder de la clasificación a vista y fue la única en resolver dos de los tres de la final. En ruta, dejó firmado porque es la actual reina de la escalada de competencia, haciéndose del oro y compartiendo un emotivo podio con sus compañeras de hazañas, las japonesas que competían de locales, Akiho Noguchi y Miho Nonaka.
Después de lo vivido, el Olimpo puede estar tranquilo. Sus nuevos invitados/as tienen más que ganada la residencia definitiva. Y aunque viven en cuerpos humanos, despliegan destrezas dignas de dioses y diosas. A por París 2024.