Belén Villalón y su proceso para encadenar Botanics 8b/+ (5.13d/14a)


Belén, quien está radicada España, es la única chilena que ha conseguido encadenar este grado. Acá nos narra cómo fue el complejo trabajo para escalar Botanics 8b/+ (5.13d/14a), una “King Line” del clásico sector de Las Ventanas del Mascun en Rodellar.
Por Belén Villalón
Recuerdo la primera vez que vi a alguien escalar esta ruta, una de mis primeras veces por Rodellar, allá por el 2016 o 2017. Una señora King Line con todas sus letras, cerca de 35 metros que cruzan la pared desde el principio hasta su punto más alto, surcando un pronunciado desplome a lo largo de este increíble sector. Recuerdo ver esa ruta sin apenas cruzarse por mi cabeza que podría llegar a hacerla algún día y recuerdo cómo me sorprendí con sus movimientos y esa imponencia que irradia con solo mirarla.

Belén abriendo los brazos a esta mega King Line de Las Ventanas del Mascun en Rodellar.


No fue, sin embargo, hasta finales del año pasado que tuve mi primer encuentro con Botanics. Venía de hacer un par de rutas del grado en este mismo sector y en octubre del 2020 comencé a trabajar en una vía llamada Tripa de Conejo 8b+ (5.14a), ubicada también en Ventanas. Si bien me sentía bastante cómoda en rutas de este estilo, de resistencia y mucha técnica de rodillas, Botanics me intimidaba bastante por ser (o parecer) completamente lo opuesto.
Se podría definir como una mega ruta de resistencia, desplomada y con movimientos muy físicos a lo largo de todo su recorrido. La ruta se divide en cuatro cintas de «aproximación» vertical para entrar al desplome propiamente tal, dos cintas más de remadas antes de entrar al primer crux (que se convertiría en el GRAN crux para mí), luego una cinta más para llegar a lo que sería el único descanso de la ruta. A partir de allí, quedan seis cintas más, con un segundo mini crux en medio, con desplome in crescendo y salida de techo incluida para llegar a las cadenas.
A pesar de todo, la curiosidad por ver cómo sería la ruta pudo más y tuve mi primer acercamiento, el cual fue bastante mejor de lo que esperaba. Pude ir descifrando gran parte de los movimientos y con el paso de los días descubrir métodos propios para convertir este monstruo físico en una aventura técnica. Pero tenía una secuencia en particular, ese primer crux, que no fui capaz de resolver ni en el primero, ni en el segundo, ni en varios sucesivos intentos . . .
Al principio iba probando la ruta sin mayores expectativas que las de ir descifrando los pasos e ir sumando movimientos para lo que en ese entonces era mi proyecto principal, Tripa de Conejo. Pasó aproximadamente un mes en el que tenía encuentros ocasionales con Botanics hasta que, finalmente, luego de una gran lluvia, mi proyecto se mojó completamente. Así que Botanics pasó a ser mi objetivo principal.
Con el paso de los días, mi progreso en la ruta fue bastante bueno, había logrado descifrar casi todos los pasos y encontrar métodos que se adaptaran a mi estilo para resolver la mayoría de las secuencias físicas que tiene esta ruta. Pero el primer crux seguía resistiéndose y, con ello, mis esperanzas de llegar a conectar la vía algún día.
Cabe destacar que en esos momentos (noviembre 2020) ya casi toda la pared de Ventanas, y gran parte de Rodellar, estaban absolutamente mojados, siendo Botanics una de las pocas vías «secas» (la mayor parte del tiempo alguno que otro canto estaba mojado). Esto no hacía imposible progresar, pero sí lo complicaba un poco. Pasaron los días en la ruta y finalmente logré encontrar un método para ese primer crux que tanto me hizo sufrir, ahora el tema era poder superarlo encadenando. Fueron muchos intentos en los que caí en ese movimiento, muchos, y durante los cuales ya lograba tener bastante dominada el resto de la ruta.
Los días iban pasando y con ellos el frío se hacia cada vez más presente. La nieve nos acompañó un par de días también, pero la motivación por hacer Botanics seguía intacta. Hasta que, sin embargo, un frío día de noviembre (6°C a la sombra) logré superar por primera vez el primer crux y con ello vi la posibilidad de hacer este sueño realidad, pero caí en el último movimiento de esta mega ruta de resistencia. Con los días que quedaban de «buen tiempo» seguí insistiendo hasta que un día de diciembre, cuando iba haciendo una secuencia previa al crux, en la cual ponía una rodilla para progresar, rompí una chorrera bastante grande que era crucial para mí. Con ese intento di por finalizada la temporada y probablemente la posibilidad de hacer la ruta algún día.


Pasado el invierno decidimos volver a Ventanas. Ya estábamos en mayo y mis ganas de hacer Botanics seguían intactas. Contra todo pronostico, logré encontrar una mejor, y más fácil, secuencia para el canto perdido y con ello mis esperanzas y mi motivación volvieron a mil. Luego de varias sesiones en la ruta me sentía bastante bien, pero seguía sin poder superar ese primer crux, solo había logrado pasarlo una vez hasta ese momento. Con el paso de los días lo conseguí una vez más, pero esta vez caí a mitad de camino por un canto un poco húmedo que me pilló completamente desprevenida.
Llegados a este punto, ya el tema mental estaba haciendo bastante mella en mí. Me costaba mucho llegar al paso crucial con la mentalidad necesaria para luchar y apartar de mí los pensamientos derrotistas. Así que finalmente tomé una decisión que cambiaria el juego por completo. Ya no sentía progresos en la vía a pesar de tener todo milimétricamente controlado y la cabeza estaba lejos de acompañarme, por lo que hablamos con Dani (Daniela Espinoza) y decidimos escaparnos un mes a Margalef con la intención de cambiar de estilo, entrenar un poco, despejar la cabeza y ver a varios amigos chilenos que están repartidos por Cataluña.
Luego de poco menos de mes y medio en Margalef, con las energías completamente renovadas, volvimos a Rodellar y mis asedios a Botanics continuaron. El primer día ya noté que estaba mucho más fuerte y relajada en la ruta, el segundo, logré dejarla con dos caídas, el tercero, con una caída en el famoso primer crux y al cuarto día de asedio, luego de cambiar milimétricamente una secuencia de pies y, con la única intención de probar cómo iba, logré superar esa tan anhelada secuencia. Era la tercera vez que podía superar ese movimiento y esta vez me sentía diferente, más fuerte, más tranquila y más presente en el momento. Fue así como, mientras progresaba por la ruta, me armé de toda la calma de la que fui capaz para no ponerme nerviosa y solo disfrutar el momento. Y fue así, después de todas las sesiones previas, de lluvia, de nieve, de frío, de cantos rotos, de caer mil y una veces en el mismo movimiento, que logré llegar a las cadenas de esta increíble ruta y hacer otro sueño realidad.


 
Creo que Botanics es la ruta que más me ha enseñado hasta el momento a no olvidar que hago esto porque amo el proceso y que las risas y los buenos momentos son los que te empujan un poquito más. Por ahora, seguiré disfrutando como nunca de la escalada, si bien mi intención era no volver a meterme en algo muy duro durante un par de semanas, ya me enganché con mi antiguo proyecto, Tripa de Conejo (8b+). Pero esta vez con una perspectiva completamente distinta, centrada en disfrutar cada pegue y cada momento. En paralelo, voy buscando proyectos más pequeños con la intención de sumar movimientos y metros de escalada.
Por ahora, junto a Dani seguimos viviendo y trabajando en Rodellar, entrenando y disfrutando de este increíble paraíso. La idea es pasar todo el verano aquí y una vez finalizada la temporada movernos rumbo a Cataluña y explorar los increíbles sectores que le rodean.

– Gracias totales a la Dani (Daniela Espinoza) por acompañarme en todo este proceso y por estar siempre presente y a todos los amigos con los que he compartido esta aventura.
 

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