¿Comprar las zonas de escalada para protegerlas?
Los problemas de acceso a las zonas de escalada son cada vez más complejos. Para prevenir esto, en varios países se han comprado las rocas y así asegurar el ingreso y su protección. ¿Se podría hacer lo mismo en Chile?
Por Camilo Castellanos
La coalición de escaladores de the Gunks, en Estados Unidos, junto a Access Fund, anunciaron hace unas semanas que habían comprado y abierto todo un nuevo farellón de escalada en la clásica zona de Shawangunk Mountains, a pocas horas de Nueva York. «Esta adquisición agrega una nueva zona de escalada en The Gunks, ofreciendo una experiencia única y remota de escalada tradicional, top tope, desplomes, placas e, incluso, un poco de escalada de fisura. Con rutas desde 5.5 (5+) hasta 5.13 (7c+)», dijeron en un comunicado.
Comprar una zona de escalada puede sonar algo raro en Chile, pero es una práctica que se realiza en varios países: además de Estados Unidos, hay casos en Colombia e Inglaterra, entre otros. Una estrategia que, en vez de buscar el acceso público, que puede ser complejo a nivel de legislación, prefiere que la comunidad sea propietaria del lugar con el fin de garantizar el acceso y proteger las zonas de otros usos. Una estrategia que, tal vez, podría replicarse en Chile.
«Algunas de las más icónicas zonas de escalada están en terrenos privados», reconocen en la web de Access Fund. «Cuando una de estas áreas se pone a la venta, tenemos que actuar rápido para asegurarnos que el acceso no se pierda para siempre. A veces, la mejor forma de proteger éstas zonas de escalada en riesgo es comprarlas», agregan.
En Access Fund tienen todo un mecanismo que facilita estas compras. Cuando los escaladores locales no tienen la plata, entrega préstamos o subvenciones. Y, en algunos casos, compran ellos mismos el área de escalada si no es posible que la comunidad local lo haga. Con esto, tienen casi 7 mil hectáreas protegidas, por US$ 2.8 millones y con más de 3.000 rutas de escalada en esas zonas.
Access Fund (con base en EE.UU.) es solo una más de las organizaciones que han comprado zonas de escalada. El British Mountaineering Council (BMC), en el Reino Unido, ha comprado ocho zonas y administra cuatro más. Esta institución tiene 51.000 miembros individuales, a los que se suman 24.000 miembros a través de clubes. Por menos de $2.000 pesos mensuales se accede y se tiene, entre otros beneficios, un seguro de rescate.
El BMC, según explican en su web, posee y administra zonas de escalada para garantizar el acceso y los beneficios que entregan tanto a escaladores como a caminantes. Cada zona tiene una manutención del BMC en conjunto con voluntarios y se encargan de poner reglas para proteger el lugar. En Harrison’s Rocks, una zona a una hora de Londres, solo se puede escalar con zapatillas de escalada y en top o free solo para proteger la delicada arenisca.
Hay casos más cercanos. En Suesca una zona de escalada a un hora de Bogotá, Colombia, siete amigos y escaladores de la vieja escuela decidieron comprar un terreno que incluía casi la mitad del farellón de rocas que superan los 100 metros de altura. «Nuestra intención ha sido desde el principio proteger y restaurar la naturaleza del sitio permitiendo que la escalada en roca se desarrolle cada día más», escribió Mauricio Franco en La Piola. Dice que han reforestado, cuidado los caminos, abierto rutas y re equipado las antiguas. Y, tras un tiempo, decidieron que el mejor camino para preservar el acceso y la naturaleza era volverse Reserva Natural.
El caso chileno
En Chile todavía no se ha generado una organización para comprar zonas de escalada, sin embargo, Christian Moscoso, directo regional de Acceso Panam, dice que es una alternativa interesante. «El territorio queda bajo la administración de la comunidad de escaladores, pudiéndose implementar criterios de conservación y acceso», dice. Explica que las negociaciones con los propietarios llegan a acuerdos delicados que deben ser respetados por la comunidad escaladora, quienes a veces no entienden las razones del acuerdo. «Ser propietarios de nuestros patios de juego posee ventajas frente a las negociaciones», agrega.
- ¿Se podría replicar en Chile la compra de zonas de escalada?
- En Acceso Panam hemos estado explorando las posibilidades que el Derecho Real de Conservación nos da para poder desarrollar proyectos de conservación que permitan la práctica de actividades al aire libre. Ese derecho le permite a un privado darle un destino a un área en particular que incluso puede trascender su propia vida. Es un contrato entre el propietario y un Land Trust que quedará a cargo de la administración del área y la implementación de los acuerdos (monitoreo de los objetivos de conservación, control de las actividades, desarrollo de infraestructura, etc.). Esta es una herramienta aún muy poco explorada en nuestro país, pero que organizaciones como Así Conserva Chile vienen impulsando con mucha fuerza. En la medida que esta se vaya consolidando y que vayan apareciendo organizaciones al interior de la comunidad con las capacidades para desarrollar proyectos de este tipo creo que podemos comenzar a ver un florecimiento de parques de escalada bajo la administración de nuestra comunidad.
«La mayoría de las zonas está en propiedad privada y, por lo mismo, bajo un delicado equilibrio que requiere que nuestra comunidad tome consciencia de esto»
- Parece que hay una disyuntiva entre buscar un acceso más público y entrar en el «libre mercado» para garantizarlo. ¿Cómo ven esta disyuntiva? ¿Tiene sentido insistir en el acceso público?
- Desde el regreso a la democracia, las luchas sociales se caracterizan por pelear por el acceso a diferentes derechos. A la educación, vivienda, salud. El acceso a las montañas se enmarca dentro de estas luchas y vemos el acceso a la naturaleza un derecho humano. El mercado no es un sistema de valores y por lo tanto no podemos esperar que la solución a este tipo de conflictos venga desde él. Es la sociedad y el individuo el encargado de darle humanidad al mercado y creo que en nuestra falta de involucramiento en el diseño de nuestra sociedad, el mercado se ha ido tomando espacios. Siento que la lucha por el acceso a la naturaleza es un deber de nuestra generación para con las futuras. Estamos en un periodo de grandes transformaciones y de mucha responsabilidad. La cantidad de autoridades que elegiremos en los próximos meses y las discusiones en las cuales nos embarcaremos como sociedad son una tremenda oportunidad.
- En Chile hemos perdido el acceso a zonas muy relevantes, como El Arrayán y hay varias más en peligro. ¿Qué se está haciendo desde Acceso Panam para prevenir que se pierda el acceso a otras zonas?
- En Chile no hay ninguna zona de escalada donde tengamos el acceso asegurado, partamos por ahí. La mayoría de las zonas se encuentran en propiedad privada y, por lo mismo, bajo un delicado equilibrio que requiere que nuestra comunidad tome consciencia de esto. En cualquier momento podemos perder este patrimonio producto de una serie de factores. En lo referente al Arrayán, Acceso Panam sumó fuerzas a una serie de organizaciones e individuos para conformar la Fundación Bosque Mágico, una alianza que trabajó durante un par de años para desarrollar un proyecto y presentárselo a los propietarios. Tuvimos reuniones con la Municipalidad, hicimos conversatorios, conversamos con los cuidadores, enviamos cartas a la inmobiliaria dueña del predio y visitamos sus oficinas, sin embargo, la respuesta ha sido nula. Ese es el escenario al que nos enfrentamos y el propietario está en todo su derecho de prohibir el acceso. A veces es bueno dejar que se calmen los ánimos para retomar las negociaciones.