Proyecto "Todos somos migrantes": Combatir la discriminación con la escalada [Video]
Una reflexión sobre la gran cantidad de personas que está llegando a Chile llevó a Lucho Birkner a idear un proyecto de inclusión en un colegio. Sinergias entre voluntarios y auspiciadores lograron impulsar actividades que marcaron la vida de los niños a través de la escalada.
La experiencia de este proyecto quedó plasmada en el documental de Mateo Barrenengoa, que se liberó esta semana, y en el artículo publicado en Escalando #53 donde Lucho cuenta cómo se desarrolló. Acá podrán disfrutar de ambos:
Texto: Luis Birkner – Fotos: Mateo Barrenengoa
Cuando miro una foto del planeta Tierra veo un sin fin de cosas hermosas: colores, relieves, ríos, mares y grandes pedazos de tierra. Lo que no logro ver son esas tan preciadas fronteras que el ser humano, poderoso, hace tantos años decidió crear. Por eso soy un fiel creyente de que todos nacimos en un planeta y no en un país.
Lamentablemente, la realidad no es como la veo yo. Cada uno está destinado a un pedacito de este planeta, al que llamamos país, y que desgraciadamente tiene leyes, religiones, ideales, políticas y muchos más elementos que mi esencia, y quizás la de más personas, no está preparada para aceptar.
Muchos países funcionan de maneras bastante aceptables y dan a sus ciudadanos una buena calidad de vida, pero otros no. Algunos son cárceles y sus gobiernos tienen a la gente viviendo en la miseria.
¿Acaso las personas tienen la culpa de nacer ahí, en la pobreza y donde cuidar a la familia es un arduo trabajo de cada día?
Pero ahí también aparecen algunos valientes. Esos que, sin querer dejar el lugar donde pasaron los momentos más lindos de niñez, donde se casaron y criaron a sus hijos, donde tienen sus amigos y trabajo, se levantan y se dirigen hacia lo desconocido. Esperan hallar un mejor lugar para vivir; donde puedan estar en paz. Más que buscar un nuevo país, buscan una mejor manera de subsistir. Más que migrar, están huyendo.
La migración humana es parte de la naturaleza y migrar es un derecho humano, según la Declaración Universal de DDHH de la ONU.
Por qué las aves migran
Cuando chico siempre me preguntaba por qué las aves migran. Luego entendí que lo hacen por diferentes razones como, por ejemplo, la disponibilidad de alimento o los cambios de temperatura. Hoy, así como están las cosas, pienso que ya no migran, sino que huyen… huyen de la embarrada que tenemos. Y si ellas pueden hacerlo, ¿por qué nosotros no? A raíz de este pensamiento nace el proyecto Migrantes.
Desde hace unos años la inmigración en Chile ha crecido enormemente. Se ha ido creando de a poco un país multicultural, lo que para mí resulta hermoso. Pero no para todos lo es. Hay mucha discriminación y hay personas que se quejan de la entrada de migrantes a este pedazo de tierra. Es un pensamiento que no logro entender y tampoco puedo comprender cómo la gente no puede tener compasión.
Luego de ver varios actos de discriminación en Chile, junto con Sonja Schenkel nos propusimos crear algo que, de alguna manera, hiciera sentir bienvenidas a estas personas y lograra proporcionarles una herramienta de vida.
Así se nos ocurrió crear un proyecto de escalada en el que pudiéramos unir a niños provenientes de otros países con los chilenos para enseñarles que en la montaña todos somos iguales. Allí no existen los colores, las culturas ni las razas. Allí, en definitiva, el planeta tiene un solo idioma: el de la naturaleza.
Así, además de enseñarles esa hermosa disciplina, podríamos educarlos de una manera más natural. La idea, sin embargo, quedó flotando unos años hasta que, en diciembre del año pasado, por varias circunstancias particulares, decidí llevarla a cabo.
Caras de todo el planeta
Tuve la suerte de que las cosas fluyeron como por arte de magia para lograr concretar el proyecto. Todo comenzó cuando Carla Boetsch, profesora del Liceo Experimental Gabriela Mistral de Independencia, me contactó para ver si podía construirle un muro de escalada al establecimiento.
El problema era que solo contaban con $100.000. Y, con ese monto, era muy difícil. Decidí que haría el trabajo gratis y usaríamos el dinero para lo que pudiéramos. Al ir al colegio, sin embargo, me di cuenta de que era poco lo que se podía hacer: el único lugar donde se podía construir el muro era una pequeña muralla de cemento. Decidí que al menos pondría las presas directo en la pared y buscaría a alguien que hiciera una pintura entretenido en la muralla.
La profesora me invitó a pasar a la sala de clases para conocer a los alumnos. Para mi sorpresa, apenas entré, todas las caras que me miraban parecían provenir de cualquier lado del planeta, y al ver lo emocionados que estaban con el tema, no me pude contener. Recordé el proyecto acerca del cual habíamos hablado hacía unos años con Sonja. De inmediato le dije a la profesora que me diera unos minutos. Y, luego de solo una llamada, conseguí el apoyo.
Le dije a la profesora que se guardara su dinero, pues gracias a Haka Honu podríamos hacer algo mucho, pero ¡mucho más grande! Ese día me fui motivadísimo del liceo con mil ideas en la mente.
Fue así como conseguimos realizar un proyecto que consta de cuatro fases. La primera fue la construcción y pintura (por Moto Roker y Daniela Quijada) de un muro de escalada grande. La segunda consistió en talleres de escalada gratuitos cada dos meses (el primero fue realizado gracias a la ayuda de Francisca y Pedro Burchard y Mike Velázquez, quienes nos deleitaron con una sonoterapia y reiki para niños). Para la tercera se realizó un reconocimiento de una zona de escalada en roca para llevar de paseo a los niños y equipar rutas fáciles para ellos. En último lugar, propusimos una salida a escalar en roca. Todo esto documentado por el gran Mateo Barrenengoa y su productora Picafilms, para así retribuir a la marca y tener un registro para los niños.
Logré conseguir, además: presas, zapatillas, arneses y magneseros del Gimnasio el Muro y magnesio de Keep Climbing para donarles y que pudieran escalar cada vez que quisieran en el liceo.
Con todo encima y con los rápidos permisos otorgados por la directora María Angélica Ramos se logró la construcción de este muro al medio de un pasillo del liceo. Con ello, se transformó un espacio que era un simple lugar de paso en un lugar de entretención.
Fue impresionante ver cómo disfrutaban los niños con este regalo. Los talleres fueron hermosos y cada vez que se les mencionaba la salida a la montaña que habría de venir sus ojos brillaban y emociones se disparaban por los aires.
En cada momento tratamos de inculcarles el respeto mutuo y la importancia de prevenir la discriminación; de que todos somos iguales y que acá lo más importante es que estamos aprendiendo a trabajar en equipo. Es hermoso ver disfrutar a niños que han pasado por tanto sufrimiento.
A su vez, fuimos conociendo sus historias. Cuando un muchacho te cuenta cómo cruzó durante meses por tierra escondido junto a su familia para llegar hasta acá o que es víctima de abuso en su casa, sientes que se te exprime el corazón. Pero también esto le da más sentido a este tipo de actividades.
Luego de los talleres logramos arrendar un bus y lo llenamos con 40 niños de distintas nacionalidades. Los llevamos a escalar al sector de Farellones, que ha estado desarrollando Coto Labrín. Nosotros ya habíamos ido con Javiera Ayala para chequear el spot y equiparlo, pensando justamente en este paseo.
Así, y gracias a un gran número de voluntarios, nos fuimos a la montaña a pasar un día alucinante. Ir en el bus con niños que nunca en sus vidas habían visto un zorro, un cóndor o un conejo fue una experiencia única. Gritos de emoción en el camino, junto con varios vómitos por las curvas, fue algo que hizo de ese trayecto algo mágico. Simplemente no podían creer el día que se les venía y nosotros no podíamos creer que en tan poco tiempo habíamos logrado algo así.
El día fue increíble. Partimos con charlas sobre el cuidado de la naturaleza y sobre las medidas de seguridad. Luego hicimos una clase de yoga y continuamos con escalada todo el día. Gracias a la donación de equipo que hizo Petzl y la Fundación Deporte Libre todos tenían su equipo personal. Estaban disfrutando infinitamente de la experiencia. Teníamos ocho rutas montadas en top, por lo que fue una fiesta de escalada.
Luego cerramos la jornada con un almuerzo seguido por una clase de Tai Chi y finalizamos con un hermoso abrazo y una charla grupal. Despedirnos ese día de ellos en el bus fue algo sublime.
Escuchar como algunos decían que éste había sido el mejor día de sus vidas o que nos amaban porque nunca pensaron poder experimentar algo así hizo que se nos pusiera la piel de gallina. Y, sobre todo, me reforzó mi pensamiento de que ayudar debe ser una prioridad en mi vida y que mientras tenga patrocinadores usaré ese apoyo para un bien común, en vez de para un bien personal. Finalmente, yo también soy migrante, pues me muevo como las aves cada vez que siento el llamado de la naturaleza… y si puedo mover a niños conmigo, pues así será.
- Queremos agradecer a los voluntarios: Diego Señoret, Francisco Pardo, Francisco Zorrilla, Valentina Ukrow, Jei Martínez, Juan Pablo Mohr, Pedro Anguita, Fran Costamaillere, Ayla Barrenengoa, Daniela Quijada, Amelia Montes, Daniela Cea, David Cuevas, Andrés Zegers, Felipe Michelseen, Yen Echau, Agustín de la Cerda, Flo Encina, Paulina Donoso, Jessica Román, Joaquín Urrutia, Ignacia Mellado, Alexis Mena, Ivano del Valle, Paula Barnes, Esteban Montecinos, Martín Castro y Fernando Jorquera