Nuevas rutas y descensos en esquí en los volcanes San Pedro y San Pablo


Por tercer año consecutivo la mirada estaba puesta en el Cajón El Melado, con la intención de explorar nuevas zonas para internarse en invierno y poder esquiar desde lo más alto del Volcán San Pedro y Volcán San Pablo.  Junto a Carlos Quesney fuimos con este objetivo pese a que las condiciones no fueron las mejores: pasamos de realizar el ascenso en esquí randoné con polera, a dormir entre los -5 y -10ºC.

Por Carlos Bravo

 

San Pablo

El 16 de septiembre partimos. El primer gran obstáculo para esta zona siempre es conseguir el acceso por parte del dueño del portón al Fundo Carrizales. Solo se puede llegar a un acuerdo conversando directamente. Tras superar esto, uno puede internarse en vehículo por unos 9 kilómetros por el borde del Río de la Puente, hasta llegar (dependiendo de la fecha) hasta las casas de un arriero ubicado en el estero El Pellado a una altura de 1.500 m. En nuestro caso llegamos un poco antes del cruce del río y desde ahí comenzamos nuestro acercamiento siguiendo el estero, hasta alcanzar el lugar de nuestro campamento. Tras seis horas de jornada, nuestro refugio quedó a una altura de 1.750 m, bastante más abajo de lo que pensábamos. Por desconocimiento y malas condiciones del terreno no tuvimos de otra opción, el lugar ideal para instalar el campamento está ubicado a 2.200 m.
 
Al día siguiente, a las 8:00 am, iniciamos con incertidumbre nuestro intento al San Pablo. Tras unos minutos de avanzar, nos encontramos con una gran explanada y contemplámos con sorpresa el paisaje que nos esperaba. Nos acompañaba un día perfecto. Tras 2 horas de randoné alcanzamos el punto que une ambas montañas a 2.200 m y donde uno decide a cuál dirigirse.

En nuestro caso estaba claro, íbamos por el San Pablo. Comenzamos a ganar altura por la cara oeste de la montaña, hasta montarnos en una arista, la cual ofreció serias dificultades para alcanzar su cumbre. Realizamos una nueva ruta por toda la arista oeste con una graduación de Difícil y con un paso de escalada de 10 metros con roca de mala calidad. Superar este paso fue uno de nuestros principales problemas y estuvo a punto de frenar nuestro ascenso porque no disponíamos de material adecuado para realizar la subida de manera segura. Al final, tuvimos que arriesgar un poco y realizarlo en free solo. Luego, ya llegando, no pararon las complicaciones, ya que no teníamos claro cuál era la cumbre porque perdíamos perspectiva desde la cara oeste.

Finalmente la alcanzamos, a los 3.327 m, y la montaña nos regaló un día espectacular, condiciones ideales para iniciar el descenso en nuestras tablas de las fuertes pendiente que daban inicio a la pared sur. Este fue el primer descenso en esquí de la cara sur, el cual realizamos 70 metros por debajo de la cumbre, debido a que la arista oeste estaba impracticable, pero nos entrego 1.600 metros de descenso hasta la carpa (en total 17 km y 12 horas de jornada).

La ruta fue por la arista oeste y desconocemos de ascensos anteriores, por lo cual no podemos asegurar si es una nueva ruta. El descenso de la cara sur en esquí, evaluando las condiciones, es posible realizarlo desde su cumbre en una próxima ocasión.

San Pedro

Al día siguiente de realizado al ascenso al San Pablo, aún agotados del esfuerzo, nos dispusimos para afrontar 2.000 metros de desnivel que presenta el San Pedro. La ruta es obvia, prácticamente una línea recta en medio de la cara este, pero al contrario del día anterior, se nos cerró el tiempo llegando a la cumbre, por lo cual no pudimos contemplar la panorámica del cajón El Melado y tras solo un minuto en la cima tuvimos que iniciar el descenso en busca de nuestras tablas.


Para el Volcán San Pedro (3.626 m) logramos realizar una ruta directa en la cara este con una graduación de Poco Difícil, que probablemente es una nueva ruta a la montaña o una variante de la del Club Andino Alemán (desconocemos los detalles exactos de la ruta) y es el primer descenso en esquí de la cara este, el cual lamentablemente tuvimos que realizar a 250 metros por debajo de la cumbre debido a un frente de mal tiempo que se apoderó de la cima cuando nos faltaban 300 metros para llegar. Drásticamente las condiciones de la nieve empeoraron, lo que hacía peligroso aventurar un descenso, sumado a la visibilidad de 50 metros que disponíamos y los fuertes vientos con ráfagas de 50 km/hr, por lo cual bajar fue bastante complejo durante los primeros metros y finalmente término con nuestras linternas frontales guiando el camino.
En general encontramos menos nieve de la que esperábamos para la fecha, pero es de conocimiento general la escasez de agua que presenta la zona, por lo cual tuvimos que cargar por unas cinco horas nuestro equipo a la espalda. También las temperaturas bastantes oscilante entre el día y la noche, pasando de realizar el ascenso en esquí randoné con polera, a dormir entre los -5 y -10ºC, lo que influye directamente en la calidad de la nieve y las dificultades que pueda presentar el descenso en esquí. Con todo, fueron muy buenas experiencias.

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