¿Qué es el llamado Efecto Kilian?

 

Matthieu Craff (28) era un asiduo corredor de montaña con amplia experiencia y un currículum que incluía el Ultra Trail du Mont Blanc y otras pruebas de más de cien kilómetros a su haber.  Aun así, el 24 de agosto Craff se desbarrancó por más de 300 metros por la vertiente norte (francesa) del Mont Blanc. Mientras bajaba de la cumbre de 4,810 metros -la más alta de europa- el francés encontró su muerte en un escenario donde no llevaba el más mínimo equipo de seguridad y se encontraba vestido tan solo con zapatillas y ropa deportiva. Una semana antes del trágico incidente, otro corredor había sido encontrado muerto en el macizo. Este tampoco llevaba consigo implementos que algunos considerarían básicos para enfrentar tamaña cumbre, como un casco o un arnés.
A tal punto llegó el asunto que Jean Marc Peillex, alcalde de Saint Gervais y principal autoridad sobre el área donde se encuentra el Mont Blanc,  dictó una orden municipal de efecto inmediato donde exige un mínimo de equipo para todo quien quiera visitar la zona, llegando incluso a hablar del Efecto Kilian para hacer referencia al alto número de corredores de trail que se adentran en las inmediaciones del Mont Blanc sin ningún equipo de seguridad. La lista del equipo mínimo necesario para quien quiera ir a la cumbre por el lado francés incluye ahora dos pares de guantes, calzado compatible con crampones, un dispositivo gps, cuerda y bloqueador, entre varios otros ítemes sin los cuáles no se podrá ingresar a uno de los picos más visitados del mundo entero.

¿Pero qué es realmente el efecto Kilian?


Algunos han sido rápidos en señalar en como un aumento marcado en el número de personas que practican deportes al aire libre, en combinación con una publicidad que nos propone a deportistas de élite superando los límites de lo humanamente posible, ha tenido un efecto detrimental al poner incitar a novicios y gente sin un adecuado nivel de manejo de riesgo a tomar parte en actividades que suponen el poner su propia vida de por medio. Como  ya señalaba Carlos Arraiza en 2013, el efecto Kilian pareciera incitar a un sector muy motivado por el logro y las posibilidades que ofrece el correr al aire libre a adentrarse  en situaciones que exigen mucha mayor atención al componente de seguridad.
Pero achacarle la culpa a los propios atletas y la industria de la publicidad, por mucho que uno pueda discrepar con ella y sus debatibles prácticas, no parece dar totalmente en el clavo. La publicidad es una práctica asentada hace cientos sino miles de años en nuestra sociedad, y la entrada de esa lógica al magnetico mundo de los deportes al aire libre no es nada nuevo tampoco. Por otro lado, el aumento explosivo en el número de gente que practica deportes al aire libre sí que es un asunto que se debe atender con seriedad y en el cual el propio entendimiento de los riesgos y manejo de los mismos es esencial.
Gran parte del conocimiento a la hora de manejar el propio riesgo se adquiere en función de la calidad de los entes dedicados a seguridad en montaña como clubes y asociaciones a la hora de transmitir esta información. Buena formación equivale a menos accidentes, y lamentablemente eso escasea más. Tal como le sucedió al Craff o a los chicos que hace casi un año desaparecieron en el cerro Provincia, la montaña llama con una fuerza que puede nublar nuestro criterio, y eso no se da gracias a un efecto Kilian, si es que existe tal cosa.
El exigir que se lleve tal o cual cantidad de equipo a la cumbre no garantiza tampoco un margen de seguridad más amplio si no se sabe cómo ocupar el mismo, por lo que queda claro que si pretendemos hablar de mayor seguridad en la montaña el asunto no pasa por la capacidad de ciertos atletas de empujar los límites de lo que es posible físicamente, ni por exigir llevar una cuerda o bloqeador, si no por una mayor divulgación de la cultura de montaña como un todo que exige instrucción y divulgación .

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