Calentamiento global y actividades al aire libre
Nos encontramos invariablemente -a través de todo el amplio espectro que conforma la vida terrestre- en un momento crucial, de cambios profundos. El aumento abrupto de las temperaturas año a año, la incidencia de eventos climáticos anómalos en la producción agrícola y la extinción a gran escala de miles de especies vivas son tan solo algunas de las tantas terribles caras con las que el calentamiento global acecha, y con cada vez más ímpetu.
Frente a esta escalofriante realidad, parece que como principales responsables que somos, los humanos no hemos sido capaces de estar a la altura del desafío; las principales industrias del mundo siguen produciendo en base a los mismos modelos de hace más de cien años, donde la extracción ilimitada -así como el consumo ilimitado- parecieran ser el norte al que la sociedad apunta, la tierra prometida a costa de la Tierra en que vivimos.
Incluso hemos visto retrocesos. Tomemos el caso de los Estados Unidos, el país con la industria más grande del mundo y que ahora se encuentra bajo el mandato de un ferviente negacionista del cambio climático, uno que pretende retirar a su país del Acuerdo de París y que está revisando -y amenaza con quitar- el estatus de protección a 27 Parques y Monumentos Naturales para así favorecer negocios como la inmobiliaria o la minería pesada. El mundo al revés.
Tampoco hace falta ir más allá de nuestras fronteras para dar con el diagnóstico de que algo anda mal: A 90 kilómetros de Santiago, las faenas del Proyecto Hidroeléctrico Alto Maipo amenazan con dejar a Santiago con un precario sistema de agua potable, mientras que sus obras se han venido desarrollando en medio de polémicas por pobres estudios de impacto ambiental, prácticamente en el mismo lugar donde está el Monumento Natural El Morado, administrado por CONAF. El peso del dinero avanza con una inercia que muchas veces nos deja desesperanzados respecto a las opciones, uno que nos hace enfrentarnos a nuestra propia supervivencia. ¿Qué queda para hacer frente a este escenario? La llamada sustentabilidad light, esa que viene en forma de promesas de reemplazar todas las ampolletas de la empresa, o de bolsa de reutilizable ya no da para más, no pasa de ser una fachada para esconder las mismas prácticas de siempre y que nos han llevado al punto en el que estamos ahora.
¿Qué opciones nos quedan a los ciudadanos a pie para hacer frente a este escenario? Es fácil pensar que en esta situación las opciones que manejamos como individuos no son muchas. Puedo dejar de comer carne ¿pero qué impacto genera esto en una industria que crece día a día? ¿Cuánto cambia realmente si no tiro la comida sobrante a la basura? Mucho. Primero debemos darnos cuenta de cómo nosotros mismos pertenecemos a la naturaleza y somos responsables de nuestra existencia.
No somos meros espectadores en la locura que se desarrolla frente a nuestros ojos, ni de nuestras relaciones con cuanto nos rodea. Nuestro sociedad se comporta de acuerdo a ciertos patrones que se perpetúan a sí mismos, y si no somos conscientes de ello poco o nada podremos hacer para cambiar, más allá del mero deseo de hacerlo. Contar con una opinión informada y participativa respecto a lo que sucede a nuestro alrededor es una herramienta útil para poder discernir entre lo que nos parece bueno y malo de nuestra sociedad y de los eventos que día a día nos afectan directamente. Si tengo claro que es lo que creo debiera cambiar a nivel social, pues tengo un punto de partida para yo comenzar a cambiar y de alinearme con causas a las que adhiero. Si estás atado a tus creencias y hábitos, difícilmente desearás cambiarlos. Para aprender y crecer hace falta una mente abierta que no rechace la información que pudiera ser útil e incorporada en nuestra manera de vivir.
Aun así, se podrá decir que los problemas son estructurales, que son parte de una arquitectura, de un engranaje que funciona a fuego y depredación. ¿No es esto un llamado de atención para todos? Hay que presionar activamente para que los cambios que deseamos se vean reflejados en el trabajo de las autoridades. Volviendo al caso de los Estados Unidos, tenemos una movilización importante que comienza desde la revisión de 27 Monumentos Nacionales por parte de la administración de Trump.
El gobierno de Utah, alineado con el Gobierno Federal para revisar y potencialmente quitar el estatus de protección de 1,35 millones de hectáreas en lo que se conoce como Bears Ears National Monument -uno de los tantos bajo la línea de fuego del Secretario del Interior Ryan Zinke– ve como una industria de millones de dólares se traslada a Denver, Colorado, gracias a la presión de la industria outdoors. Marcas como The North Face, Mountain Hardwear, Patagonia y Columbia, que año a año se daban cita en Salt Lake City para el Outdoor Retailer Show se trasladan de manera organizada y efectiva para presionar respecto a la importancia de un desarrollo que tenga como objetivo principal un desarrollo realmente sustentable.
En esta misma línea, el presidente de The North Face, Arne Arens hizo público un documento firmado por más de 350 compañías outdoors dirigido al Secretario Zinke , además de escribir una columna elocuente acerca de la importancia que tiene la preservación de estas tierras públicas como un derecho, y de cómo mantenerlas de acuerdo a un plan de desarrollo a largo plazo es beneficioso para toda la comunidad: “En estos momentos, los estadounidenses gastamos casi el doble anualmente en recreación outdoors que comprando autos y camionetas ($887 mil millones vs. 465 mil millones). Este dinero hace la diferencia para incontables pueblos y ciudades, muchos de ellos en zonas rurales”.
Las maneras de hacer presión están a nuestro alcance, y a través de un esfuerzo organizado, podemos acercarnos como sociedad a los ideales a los que aspiramos. Y no es como que pudiéramos dormirnos en los laureles. Los estragos del calentamiento global ya se hacen sentir por todo el mundo, con un clima cada vez más errático y extremo en su comportamiento. Las guerras y migraciones masivas producto de inundaciones o de sequías es un futuro más que probable si no nos ponemos los pantalones y nos armamos de valor para enfrentar la realidad de que a pesar de que vivamos en un mundo que parece estar de cabeza, la toma de conciencia y acción corre por cuenta propia. Y que como amantes y participantes de la naturaleza de manera activa que somos, más que la nadie deberíamos estar poniendo en constante presión para que se respeten los derechos de todos, incluidos los de la Tierra misma.