Documental aborda el conflicto de acceso a las montañas
Desde el año 2000 en Chile, todo mes de mayo celebramos El día del Patrimonio. Instancia en la cual se invita a los ciudadanos a una jornada festiva y de reflexión sobre los valores, el rol y el significado de nuestra herencia cultural. Ángel Cabeza, director de la Dibam y vicepresidente del CMNE, destacó que «el objetivo este año es dar una mirada al deporte y el juego como expresión de la memoria popular, valorando y resignificando estos ritos colectivos, como otra forma de aproximarnos a nuestra historia, a apropiarnos de nuestro patrimonio, revivirlo, protegerlo y conservarlo».
De la iniciativa y las declaraciones se rescata que existe una voluntad política para incentivar el conocimiento del patrimonio que poseemos como chilenos. De esta manera se han abierto, de forma extraordinaria, las puertas de muchos monumentos inmuebles que han jugado un rol importante en la historia de nuestra cultura y logrado identificar como claves en nuestra historia.
Además, desprendemos que existe una marcada voluntad por mejorar el acceso a este patrimonio por parte de quienes lideran esta actividad, liberando de pago estas visitas y fomentando a que diferentes organizaciones se sumen y complementen la iniciativa.
Todo muy bien en ese contexto, pero ¿qué pasa con nuestro patrimonio natural? ¿Son un patrimonio de segunda clase? ¿Tienen menos injerencia en nuestra historia y herencia cultural? ¿Por qué quedan fuera de una iniciativa que busca acercar el patrimonio a la población para «revivirlo, protegerlo y conservarlo»? ¿No es esto último (conservarlo) exactamente lo que buscamos?
Más allá de estas preguntas genéricas sobre el valor del patrimonio natural en Chile, como medio dedicado a las actividades de montaña, nos llama la atención que en pleno siglo XXI esta categorización del territorio (el de montaña) carezca de un marco regulatorio de protección, aun mas considerando que se trata del último espacio público sin contar con normas claras para su protección.
Extrañamos, entonces, voluntad política tendiente a fomentar el conocimiento de este territorio en la ciudadanía, ya que coincidimos con la apreciación de Ángel Cabeza en lo referente a que «conocer» es un primer paso para «proteger».
La falta de un liderazgo claro por parte de las autoridades, ha dado pie a que sean los individuos quienes hayan aceptado el desafío de acercar la montaña a los ciudadanos de nuestro país, levantando campañas y creando proyectos que permitan difundir visiones diferentes a las que comúnmente aparecen en los medios respecto de nuestra cordillera, marcadas por tragedias o confusas (por decirlo así) promesas de democratización de la montaña.
El documental «El País de las montañas prohibidas» es un claro ejemplo de lo anterior. Proyecto liderado por el montañistas Sergio Infante, busca poner el conflicto del acceso a las montañas en nuestro país en boca del ciudadano de a pié. Haciéndolo fácil de entender y destacando la necesidad de buscar una solución ante un conflicto que impacta en la puesta en práctica de nuestra libertad.
Conversamos con Sergio Infante para conocer sus motivaciones y que nos contara sobre la campaña de crowdfunding (financiamiento colectivo) a través de la cual espera financiar esta producción.
¿Cómo nace la motivación de comenzar a filmar?
Siempre me hice acompañar de una cámara a mis salidas a la naturaleza, pero no fue hasta el 2015 cuando gané, sorpresivamente, el Festival Internacional de Cine de Montaña de Lo Valdés con una humilde realización sobre un ascenso al Volcán Corcovado, que comprendí que la realización audiovisual puede ser una buena herramienta para compartir experiencias y, sobre todo, para crear conciencia.
¿Por qué documentales?
Para responder a esta pregunta es inevitable citar a Ernest Fisher:
“En una sociedad decadente, el arte, si es veraz, también debe reflejar la decadencia. Y, a menos que quiera quebrantar la fe con su función social, el arte debe mostrar el mundo como algo en continuo cambio. Y ayudar a cambiarlo”.
No concibo la idea del arte por el arte. Creo que el documental es un buen instrumento para, si se le da el enfoque correcto, retratar un contexto histórico de una sociedad y mostrar “las verdades verdaderas” conjugando las letras, la música y la fotografía. Para mí el documental es un medio para crear conciencia y para instar al espectador a cuestionarse el estado de nuestra sociedad. Si es tratado de una manera artística, puede a la vez inspirar.
¿Cómo surge la idea detrás de “El País de Montañas Prohibidas”?
Las montañas prohibidas fue el nombre de un artículo escrito para el diario La Segunda por el explorador Cristián Donoso hace 10 años aproximadamente. Aquél texto develaba la triste realidad del problema de accesos a distintos valles cordilleranos a lo largo de nuestro país. Con el tiempo, y a medida que iba acumulando experiencia en las montañas, el artículo cobró cada vez más sentido para mí.
Las ganas de subir el Volcán Maipo y no poder hacerlo desde Chile me pareció aberrante. Es la montaña que le da nombre al valle más importante de la zona central; de allí bajan las aguas que dan vida y energía, a la capital. La pregunta era obvia, ¿No son las majestuosas montañas un baluarte para nuestro país?, ¿Por qué quienes deseen visitarlas, contemplarlas o ascenderlas no lo pueden hacer?
No me parece coherente. A la luz de los hechos, y aprovechando mi incipiente interés por las artes audiovisuales, me planteé la idea y bueno, aquí estamos.
¿Cuánto tiempo llevas recopilando material?
Llevo poco más de un año porteando equipo audiovisual a los cerros para documentar la cordillera y casi el mismo tiempo estudiando y documentándome, asesorado por abogados que me han ayudado a entender las implicancias legales del tema.
¿Cuales son tus conclusiones respecto del conflicto del acceso a las montañas en Chile a partir del material que has recopilado?
Mi principal conclusión es que en Chile nadie es verdaderamente libre. Estamos convencidos de que vivimos en libertad, pero la ley está fríamente diseñada para limitar libertades personales y favorecer a los de siempre.
Nos hacen creer que Chile cumple con estándares OCDE y que la calidad de vida es casi comparable a la de los países desarrollados, pero la brecha entre los que tienen más y los que tienen menos es aberrante. ¡Nuestro país es el único en el mundo donde el agua está privatizada y la educación es un bien de consumo! Ni hablar de salud y sistema de pensiones.
El bien privado es prácticamente sagrado y se puede decir que está incluso por sobre el bien común. Resolver el problema de los accesos a los valles cordilleranos es importante, pero no es prioridad para un país tan desigual y en donde hay tantas tareas por resolver. En ese sentido entiendo a quienes señalan que este tipo de problemas son suntuarios, mas, creo que es nuestro deber como amantes de la montaña y la naturaleza alzar la voz y decir, ¡hey! Si vivimos a los pies de la cordillera, si las montañas han forjado nuestra identidad y cultura ¿Por qué no podemos caminar libremente en ellas?
Me parece lógico solicitar que las montañas sean un bien común como lo son playas, lagos y ríos. Es absurdo tener que salir de Chile y entrar por Argentina a un cerro que está ahí, detrás de cercos y portones. Me gustaría agregar que no es pedir por pedir. Toda libertad trae consigo responsabilidades y en el caso de nuestras montañas el acceso debería ser libre pero a la vez responsable y consciente con el medio ambiente y también con las comunidades que viven en aquellas zonas. Sin esas responsabilidades el libre acceso perdería sentido. También me gustaría decir que este problema es universal, no es una cuestión de montañistas o escaladores. Creo que todo chileno debería poder caminar por las montañas.
¿Cuál es el alcance que esperas tener con esta producción?
La idea es llegar a la mayor cantidad de gente posible, sobre todo a quienes no conocen la cordillera o no la sienten como parte importante para nuestra identidad y cultura. La idea es enamorar al espectador y crear conciencia, hacer visible el problema. También me gustaría que la obra recorra el mundo.
¿Cómo se ha financiado hasta el momento la producción?
Hasta ahora el financiamiento ha sido personal. Dado a que la inversión no ha sido menor, surgió la idea del crowdfunding, la que me parece ideal, ya que hace participar a la comunidad. No he querido recibir la ayuda de empresas privadas porque siento que la obra está basada en el amor genuino por nuestra cordillera, en ese sentido no quiero dejar entrever otros intereses o dar espacio a suspicacias. En la actualidad muchas marcas, y por pocos pesos, ensucian con sus logos las realizaciones. Quizás peco de idealista, pero quiero que la obra sea independiente en el amplio sentido de la palabra.
¿Cuál es el destino que tendrán los fondos del Crowdfunding?
Si se logra la meta, el dinero podrá ser utilizado para viajar a la Araucanía y realizar tomas de los volcanes de la zona, ya que me parece importante contar con ese material para inspirar al espectador con la belleza de esas montañas que son tan trascendentes para el pueblo mapuche. El resto del dinero será utilizado básicamente en post producción: grabación de voces, masterización, etc.
En total lo que Sergio busca recaudar son $1.500.000, sin embargo a 8 días del fin de la campaña de financiamiento colectivo sólo se han alcanzado $380.000. Si en el plazo no se alcanza la meta, la producción no recibirá ninguno de los recursos comprometidos.
Existe acá una posibilidad concreta de aportar, de hacerse parte de una iniciativa que busca sensibilizar a la población ante un tema que nos atañe a todos.
Quienes deseen aportar pueden hacerlo directamente aquí