Sexismo en la escalada: Una tarea pendiente

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A comienzos del 2017, la cooperativa Recreational Equipment, Inc (REI), realizó un interesante estudio para comprender de mejor manera la relación que el público femenino tenía con las actividades al aires libre.

Un total de 2.010 mujeres entre 18 y 35 años de edad participaron del estudio en el cual se le solicitaba describir su relación con los espacios al aire libre, las actividades que ahí se desarrollan y las presiones externas a las que se ven enfrentadas al practicarlas.

Los resultados muestran que 3 cuartas partes de las mujeres encuestadas siente que las mujeres deben soportar una mayor presión social que los hombres y un 72% considera que el aire libre es una liberación frente a estas presiones.

A pesar de que la realización de actividades al aire libre presenta claros beneficios para la salud física y mental de todo individuo, el porcentaje de mujeres que opta por incluir a su rutina la práctica de alguna disciplina deportiva que le permita beneficiarse de estos efectos continúa siendo baja y aquellas que se motivan a explorar este mundo, deben sortear mas de una barrera.

«No puedes ser lo que no puedes ver»

Una objetivación de las atletas, además de un tratamiento poco profundo a sus motivaciones y logros, pueden terminan creando figuras sin consistencia ante la opinión pública y, por lo mismo, generan escasa identificación entre el público femenino que termina encontrando sus héroes y referencias en individuos del sexo opuesto.

En un reciente artículo publicado en Outside On line, la reconocida escaladora Norteamericana Sasha DiGiulian, se enfoca en el conflicto personal sobre la aceptación de su cuerpo. Con eso como foco principal, la escaladora recuerda los comentarios que aparecieron luego de que, a los 18 años de edad, se coronara Campeona Mundial de la disciplina, «recuerdo haber leído comentarios en foros en linea acerca de mi especulando sobre que era anoréxica y atribuyéndole mi logro en la escalada a mi bajo peso».

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Lo anterior es rescatado por el estudio de REI, donde 6 de cada 10 mujeres considera que el interés de los hombres en las actividades al aire libre es tomado más seriamente que el de las mujeres y que una situación similar viven en las tiendas deportivas especializadas. La misma proporción de encuestadas es incapaz de mencionar una atleta femenina con la cual logre identificarse en el mundo del outdoor, no puedes ser lo que puedes ver.

Barreras a la entrada

Flash Foxy es una comunidad de escaladoras que ganó gran notoriedad el año pasado luego de que su fundadora, Shelma Jun, publicara un artículo abordando los conflictos de género por los cuales una mujer debe pasar en los gimnasios de escalada. En dicho artículo se comentan las conclusiones emanadas de una consulta a 1.512 individuos, donde se intentaron identificar las agresiones y la forma en la cual la cultura sexista se manifiesta en estos lugares.

Los resultados fueron devastadores para una comunidad que se auto califica como abierta, inclusiva y respetuosa. El 64% de las mujeres encuestadas señaló sentirse incomoda, insultada o despreciada en algún punto de su entrenamiento, en comparación al 29% de los hombres.

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Shelma Jun, fundadora de Flash Foxy

En palabras simples, la mayoría de las mujeres encuestadas debe soportar micro agresiones sexistas provenientes de sus pares masculinos para poder continuar con su entrenamiento. Situación que sin duda impacta en la decisión final de permanecer en un ambiente que se percibe como adverso.

Las agresiones que se identifican a partir del estudio van desde dar ayuda sin solicitarla (entregando datos del problema o ruta que se está trabajando) o dar elogios basados en pre conceptos («escalas muy bien para ser mujer»), hasta miradas y flirteos desubicados.

Crear la comunidad que queremos

Nadie quiere ser catalogado de sexista y asumir que su comportamiento hiere o afecta de manera negativa a otro ser humano. De la misma manera, no resulta popular una comunidad que trata de manera desigual a un grupo de individuos producto del género, etnia, orientación sexual o situación económica.

Quizás para muchos, leer que las micro agresiones de las que se estaba hablando tenían que ver con situaciones consideradas «comunes» en nuestro día a día en los gimnasios de escalada, les hizo sentir desilusión o una falsa tranquilidad, incluso una exageración frente a algo que asumen como una realidad en diversas esferas de nuestra sociedad.

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Sin embargo, y creo que aquí está el gran aporte de los estudios mencionados, ambos nos hacen repensar la comunidad que estamos creando. Por un lado rompiendo el mito de una comunidad de deportistas «diferente», sin el problema del sexismo en su interior. Entendiendo que aun hay mucho por aprender y hacerle frente a este problema. Que no está tan lejos como pensamos, ni afectando esferas de la sociedad donde no tenemos injerencia. Visualizarlo, identificarlo y reconocerlo es el primer paso para tomar las medidas necesarias para superarlo.

Por otro lado, lo anterior nos entrega una oportunidad, la de crear la comunidad que queremos para nosotros y los demás. Quizás una más justa, más consciente, más responsable con el medio ambiente, una donde se valoren las diferencias y se logren expresar las mayores virtudes de la humanidad. Una donde la igualdad de genero se transforme en una realidad y no se quede en un simple deseo añorado por una mayoría.

Estos sueños pueden haber llegado demasiado lejos, pero me tranquiliza saber que el primer paso lo podemos dar la próxima vez que calcemos nuestros pies de gato frente a un boulder o una ruta. Transformarse en agentes de cambio depende de cada uno.

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