Montañismo y velocidad: ¿dónde está el límite?
Las últimas semanas uno de los temas más comentados en el mundo del montañismo mundial, sin duda ha sido la doble hazaña de Kilian Jornet quien en un lapso de 6 días ha hecho dos veces cumbre en el Everest. La primera, el pasado 22 de mayo en tan solo 26 horas y la última este sábado 27, cuando tan solo tardó 16 horas desde el Campos Base Avanzado. Es verdad: estos cronos y su incombustible capacidad física parecen sacados de otro mundo.
Pero en este contexto, en que muchos de nosotros celebramos el reto del español, creemos que es válido preguntarnos ¿. Para ahondar un poco más en la dinámica de estos deportistas, conversamos con Marcelo Rojas, skyrunner y organizador de Andes Infernal, la carrera de altura y velocidad más conocidas de Sudamérica: «El montañismo es un deporte, uno absolutamente competitivo» afirma Rojas. «Corremos en la montaña porque está ahí, tenemos más elementos en común que diferencias. Montañistas y trail runners, somos primos hermanos», afirma. «A propósito de Kilian en el Everest estuve curioseando en los récords y quedé sorprendido con la variedad y detalle que existe. El estilo alpino tiene decenas de años, de hecho el Skyrunning surge en Italia en los años 80 como una derivada. Ego por supuesto que hay, igual que en el andinismo», sostiene.
Lo hecho por Jornet hace unos días, puede que se asimile, o para muchos incluso supere, lo que en su momento lograron nombres como Hans Kammerlander cuando subió el mismo Everest en 16 horas 45 minutos desde el Campos Base Avanzado hasta la cumbre, para luego descender en esquís, o la hazaña de la “swiss machine” Ueli Steck, quien en solo 7 horas y 4 minutos, logró hacer la trilogía de las caras norte del Eiger – Grandes Jorasses – Cervino. Pero, ¿Cuál es la idea tras las ganas de alcanzar estos retos? ¿Será solo el ego que impulsa a esta camada de neo alpinistas a ir cada vez más rápido? ¿O es solo un asunto de superar los propios límites, como ya lo ha planteado Alex Honnold?
Tal vez la duda no sea tan reciente. Ya lo intentaba explicar Pierre Allain en su libro “Alpinismo & Competición”, aparecido en 1949: “Las grandes empresas necesitan de deportistas rápidos y esta rapidez pasa por un entrenamiento específico, lo que hace al alpinismo algo mucho más deportivo”, apuntaba el francés, quien de este modo deslizaba la idea que finalmente detrás de esta “moda” estaba la mano invisible de grandes fabricantes de equipo quienes alentaban a los deportistas a ir más rápido, con el afán de que ocuparan sus equipamientos cada vez más ligeros.
“Basta con observar las prácticas outdoor para darse cuenta que estas se han generalizado y se han convertido en un fenómeno cultural y económico. Desde los caminos y pendientes nevadas hasta la cumbre del Montblanc, las zapatillas y la ropa de running se han convertido en tendencia”, apunta un artículo reciente de la revista Vertical. Esta frase no hace más que sumar puntos a la teoría de que este tipo de vivir la montaña, corresponde más a un asunto del mercado que al motivo más espiritual con el cual muchos se acercan a las grandes cumbres. “El tiempo para llegar a la cima ahora parece prevalecer sobre el resto. Es este fenómeno una visión futurista o marca una decadencia en el montañismo?” se pregunta la misma publicación.
¿Se pierde entonces la posibilidad de contemplación? ¿De alcanzar aquella «paz» de la que muchos amantes de los cerros hablan? «Muchos corredores no vemos la montaña en un sentido ‘pachamamístico'» afirma Rojas. «La montaña requiere respeto y cuidado, pero es un montón de materia inerte. Ascender en velocidad, forzando el cuerpo es una especie de meditación. Muchos piensan que vamos con los ojos cerrados y nos perdemos los paisajes. Lo cierto es que también tenemos momentos de paz y contemplación. Al mismo tiempo es un agrado poder acortar las largas aproximaciones a los cerros, aclimataciones y ausencias prolongadas de casa. Impagable es poder ir a la montaña, contemplar un amanecer y regresar a almorzar», reflexiona.
¿Y qué pasa con la seguridad? Hazañas como la de Jornet, ¿podrían instar a que se minimice la complejidad de cumbres tan técnicamente demandantes como las de un ochomil ? ¿Podría un corredor promedio, lanzarse a correr por las alturas, creyendo que todo es posible? «Es algo que nos preocupa mucho», reconoce Marcelo. «Como comunidad continuamente estamos educándonos respecto a la montaña, dicho conocimiento proviene del montañismo. No queremos que los corredores intenten cosas demasiado técnicas. Creo que con el tiempo nos fusionaremos, veremos más montañistas aprovechando los aspectos positivos del trail o skyrunning y cuando los cerros “chaleros” se saturen y nuestra comunidad adquiera más experiencia, lo natural será ir por rutas más técnicas. Esto es una revolución positiva», recalca.
En estos tiempos en donde la velocidad deja ser un medio para transformarse en un fin, los invitamos a hacerse parte del debate.