Roca vs Competencia: La búsqueda de la dificultad sin límites

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Wolfgang Güllich vivió gran parte de su juventud entre viajes, magnesio y campamentos. Sus inicios fueron en la Selva del Palatinado y Elbsandstein, Alemania, donde sacó a flote lo mejor de su talento para escalar en paredes verticales. Esto sucedió en plena década de los 70’s, cuando en Europa se discutían las reglas de la escalada clásica o tradicional, mientras él buscaba nuevos y más elevados retos.

En 1979 emprendería su primer viaje a Yosemite, Estados Unidos, donde confirmó su inclinación por la escalada de dificultad. Una vez allí, se dejaría seducir por el estilo de vida que se promovía en el Campo IV, donde escalar, tomar sol, comer, drogarse e ir con mujeres eran las únicas preocupaciones (en ese mismo orden). La primera impresión que se llevaban los turistas del Parque, era la de estar frente a un puñado de hippies que no querían trabajar. Y sí, quizás lo estaban, pero estos muchachos eran atletas que, además de sus afanes de hipismo, se enfocaban en el rendimiento que proporcionaba el trabajo duro y sistemático.

Gracias a esas escuelas, Güllich fue uno de los mejores escaladores de la historia. Entre sus principales hitos están el ascenso al primer 9a del mundo, Action Directe (Frakenjura, Alemania), y en 1989 el free solo a Separate Reality (Yosemite, Estados Unidos) una ruta de 200 metros, que posee un característico techo de 6 metros que le otorga su dificultad (7a+).

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El talentoso joven jamás vociferaba demasiado sobre sus logros, pues tenía un perfil bastante bajo, más bien retraído. Había adoptado una doctrinaria visión de la escalada que la rechazaba como espectáculo. Sin embargo, en 1989 fue instigado por sus auspiciadores a participar de la primera competencia que se organizaba en su país. Allí debió poner en práctica su tolerancia y terminó por aceptar que este deporte no pierde su pureza por mostrarse en sociedad. Una vez finalizado el certamen reconoció: “Sin darnos cuenta negamos oportunidades a lo nuevo e insistimos conservadoramente en mantener la propia posición”, y eso significa evitar la oportunidad de aprender.

La mente, el motor de la escalada:

Actualmente, la visión de la escalada en roca como una disciplina pura se ha ido esfumando. Hoy existen tantas posibilidades para entrenar en gimnasios que buscan suplir la falta de tiempo para escalar en roca, que la escalada en plástico, en sí misma, se considera una alternativa válida para desarrollarse en este deporte. Así es como las competencias han tomado cada día más relevancia, representando una opción de crecimiento, desarrollo y aprendizaje para los deportistas.

Jordana Agapito (29) es una fuerte escaladora brasileña que en el 2015 encadenó Kalunga, transformándose en la primera latinoamericana en escalar un v12. Gracias a sus habilidades, está insertándose, tímidamente, en el circuito de competencias de su país, a pesar de haber dedicado gran parte de su carrera a la escalada en roca.

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Al contactarla nos comenta que estuvo dos meses viajando por la Patagonia Argentina y, a su regreso a Brasil, en Chapada Diamantina. “Me he dedicado al mundo outdoor, porque es lo que me gusta. Además, cuando se trata de inversión, siempre prefiero gastar dinero para hacer un viaje al aire libre que competir, pero esto es una cuestión de preferencia”, señala la atleta.

Con cuatro años en este deporte y logros en roca que muchas escaladoras aun sueñan con alcanzar, fue recién hace unas semanas que se motivó a entrar al mundo de las competencias gracias al apoyo que le brindaron algunos auspiciadores. El 7 de abril pasado participó en su primer campeonato nacional Brasileiro de Boulder realizado por la ABEE (Associação Brasileira de Escalada Esportiva), representando a su estado, Goiás.

Jordana quedó en el décimo lugar y junto con resumir su experiencia, hizo notar la dispar representatividad entre hombres y mujeres que tuvo el evento. “Me divertí, me sentí bajo presión, me exigí y conocí gente que solo había visto a través de instagram. Este año participaron más competidores, pero las mujeres todavía eran la mitad de los participantes masculinos. Feliz de ver el cambio y en espera de lo que vendrá”. Así dejó claro que esta forma de practicar la escalada también le seduce. Sin ir más lejos, ahora se encuentra organizando la 6ta versión del Festival Cocalcinhas, un encuentro femenino de escalada en roca que se realizará en el mes de junio.

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Sofía Fernandez compitiendo en Psicobloc

Por otro lado, Sofía Fernández es una escaladora serenense que comenzó a competir apenas conoció el deporte. “Lo que me llamó la atención fue la propuesta de problemas ordenados por nivel que representaban un desafío para mí debido a la cantidad limitada de intentos por problema y al tiempo dado para resolverlos”, señala.

Fernández analiza las diferencias entre escalar en roca tranquilamente y compitiendo: “Ambas modalidades exigen el uso del control mental pero yo, personalmente, creo que las competencias son más exigentes a nivel psicológico, porque tienes un tiempo determinado y bastante acotado para resolver la ruta propuesta. Además, se le agrega el factor de presión social, ya que hay un público detrás que está atento a cada movimiento que realizas”.

Al igual que Fernández, Güllich destacó que lo más importante en el deporte es el control sicológico. “La mente es el músculo más fuerte en una actividad deportiva, pues es quien formula la tarea y programa la voluntad para llevarla a cabo”, escribió el alemán como reflexión a su tiempo en Yosemite.

Esta característica es común a la mayoría de las disciplinas que componen la escalada, donde la dificultad es uno de los retos más codiciados. “He vuelto a ver claro que únicamente la actitud y la voluntad de resolver un problema son la medida de todas las cosas”, anotó Wolfgang.

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Van a cumplirse cerca de 30 años, sin embargo los valores y pensamientos que posicionaron a Wolfgang Güllich como un líder de opinión dentro de la escalada deportiva continúan representando el sentir y visión de las nuevas generaciones. Su legado es transversal, independiente de la modalidad que se practique. Los desafíos que buscaba aquella vieja escuela en Yosemite o Frakenjura, se han desplazado hasta los escenarios mundiales, poniendo nuestras expectativas en los Juegos Olímpicos del 2020 y el impacto que ese escenario de competencias tendrá al interior de nuestra comunidad.

FUENTE: Tilmann Hepp. “Wolfgang Güllich, una vida en la vertical”. Ediciones Desnivel, Madrid. Segunda edición de 2004.

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