Roc'Fest 2017: La escalada se tomó Villa Cerro Castillo
El reloj marcaba las 7am en el counter de Lan y en la fila se iban sucediendo los rostros conocidos como tal vez nunca antes. Entre destacados escaladores de escena local, se mezclaban representantes de medios especializados, escaladores influyentes, importantes equipadores y desarrolladores de zonas de escalada, representantes de organizaciones ligadas a la comunidad escaladora y representantes de marcas ligadas al Mammut Roc’Fest Cerro Castillo by Andesgear.
En la fila para el café obligatorio antes de abordar el avión la expectación por lo que se compartiría durante el fin de semana se dejaba sentir. Entre comentarios algunos dejaban entre ver que ya conocían la zona mientras para otros resultaba una completa incertidumbre. «Ojalá el clima acompañe» era la idea que más se repetía en las diversas conversaciones que establecía antes de sentarme y aprontarme, ilusamente, a recuperar algunas horas de sueño durante el vuelo.
La llegada al aeropuerto de Balmaceda nos confirmaba que estábamos en Patagonia. Una pista congelada y cubierta de nieve recibía a este grupo de hiperventilados escaladores provenientes del norte. El blanco nos acompañaría hasta las cercanías de Villa Cerro Castillo, donde Pere Villarasarau y Sergio Aguilar nos daban la bienvenida en el camping Rústika Patagonia, centro de operaciones del evento.
Una rápida entrega del kit oficial del evento y todos liberados para ir a lo que más interesaba, conocer y escalar en algunas de las 8 zonas abiertas en las cercanías del pueblo. «El Alero», «Aeródromo», «Vista Tehuelche», «El Puma» y «Chavela» eran algunas de las opciones que se abrían ante las sudorosas manos de lo que a esa altura más parecía un paseo de curso.
A las 19hrs todos de regreso y rumbo a un encuentro con la comunidad local liderado por el alcalde y su consejo. Gran expectativa por parte de la comunidad local de conocer a estos embajadores del deporte nacional quienes escuchaban con atención e incluso extrañeza las palabras de quienes hicieron posible que este proyecto se desarrollara.
El catalán Pere Villarasarau aprovechaba la instancia para agradecer el apoyo de la comunidad local, calificando que lo que se había desarrollado en Villa Cerro Castillo era «el sueño del pibe», principalmente debido a que era la misma comunidad la que se acercaba a él para ofrecerle nuevas paredes a equipar. Para mucho por primera vez éramos recibidos de brazos abiertos por los propietarios donde se habían establecido las nuevas zonas de escalada.
Quizás esto es lo más destacable de lo que se está creando en esta localidad patagónica. Por un lado deportistas que han identificado un indiscutible potencial en las paredes que rodean a un pueblo acostumbrado a un turismo rural y en el que ahora sus habitantes ven en la escalada una posibilidad de progreso económico y desarrollo.
En la lista de intervenciones era el turno de Sergio Aguilar, vocero de la comunidad local y uno de los responsables de la visualización del potencial de la escalada en esta zona del país. «Todo surgió en una conversación de mates hace 15 años», nos confiesa. Todo ese tiempo debió pasar hasta que llegara el 3er ingrediente clave en la «cazuela» que se cocinaba a pies del Cerro Castillo: marcas que creyeran en la idea y se comprometieran con la comunidad local e ideólogos de esta profunda transformación que sin duda terminará afectando la vida de todo un pueblo.
En nombre de Mammut y Andesgear, Pascale Potín, agradecía la asistencia de todos nosotros y con orgullo le contaba a los asistentes las razones por las cuales estas marcas habían decidido apoyar el proyecto. Instancias como el Roc’Fest permiten crear lazos al interior de la comunidad escaladora y entre ella y la comunidad local. Esto es vital para un desarrollo armónico donde todos los involucrados se vean beneficiados.
Fin de los discursos y con una sesión de películas se daba fin a la primera jornada. El resto del fin de semana pasaría entre risas y bromas, escalada en un paisaje que nada debe envidiar a cualquier spot europeo, sopaipillas, chamamé, baile y cerveza.
Una épica fiesta sabatina daría paso a un domingo de cierre y el lunes ya estábamos todos de regreso en nuestros hogares y con el recuerdo de todo lo vivido en estos intensos días patagónicos. Caras nuevas y viejos conocidos dejábamos el aeropuerto de Santiago con la esperanza de que lo que se está realizando en Villa Cerro Castillo funcione, por el bien de la escalada nacional y el de una comunidad local que nos recibió de brazos abiertos en su hogar y su tierra.
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