¿Es la graduación en la escalada una metodología sexista?
por Francisca Undurraga J.
Hace un par de días, llegó a mi una artículo de opinión llamada “Dude grades: A look at sexism in climbing grades” creada por el autor estadounidense de diferentes guías de escalada, Alan Tonnies More.
En ella, Tonnies define el “dude grade” como “un sistema de medición de dificultad en la escalada que refleja la dificultad para algunos pero no para otros, adaptandose mejor a los hombres que a las mujeres.”
Explica que la medición de grados – del tipo 5.10 a y V3- está diseñada en torno a este concepto, debido a que a lo largo de la historia las vías han sido graduadas, por equipadores y primeros ascensionistas, en su mayoría hombres. Es más, muchas de las vías quizás aún no cuentan con repeticiones femeninas, por lo que la opinión en su graduación es facilmente descartada producto de este sistema.
Esto tiene como consecuencia, según describe, que el grado definido para las diferentes rutas, no refleje el real desempeño ni la experiencia en la escalada, sobre todo para las mujeres.
“Comencé a pensar en los grados después de pasar un tiempo con una excepcional escaladora a la que llamaré Dana. Me di cuenta lo poco que le importaban los grados. No estoy diciendo que no le importasen completamente, porque no es así. Eran tan importantes para ella como lo son para la mayoría de los escaladores. Sin embargo, para Dana los grados a menudo no capturaban su experiencia en la escalada, y en este sentido los grados pierden su valor.
Hay V10s que ella puede hacer y V5s que continúan siendo un proyecto después de muchos intentos. Yo nunca había visto tantas habilidades en una persona como las de Dana, que finalmente se apagan al momento de ponerle graduación a lo que escala, que muchas veces están muy por debajo de sus límites.
Dana mide 1.50. Su estatura tiene un profundo impacto en relación a los grados que escala. El V10 que ella puede hacer tiene suficientes agujeros para que logre hacer los movimientos y encadenarlo, mientras que el v5 que aun no logra, tienen largos y específicos movimientos de cuerpo que no puede lograr. Dana es pequeña pero no tiene ninguna anormalidad fisiológica. Ella representa a un largo grupo de pequeños escaladores, principalmente mujeres. Por lo que me pregunto, ¿que pasaría si los grados fueran definidos por mujeres…?”
Al comenzar a leer el artículo fue inevitable compararlo con la realidad chilena. Si pensamos en la historia de la escalada nacional, ¿en qué equipadores piensas?, Gonzalo Riobo, Juanjo Fernandez, Tomás Contreras, Pancho «Conce», Patricio Vyhmeister, Lucho Birkner, los hermanos Ravanal… es su mayoría por no decir totalidad, hombres.
Por un lado, considero que no hay nada malo en ello. Gracias a todos estos apasionados deportista, que hicieron de la escalada su vida, la gran mayoría de los que hoy practicamos esta disciplina disfrutamos diferentes lugares de escalada a lo largo del país y podemos ir a probar rutas y búlders de forma segura. Es un legado que debe ser reconocido.
Por otro lado, tiene mucho de cierto que al ser equipadas y graduadas en su gran mayoría por el sexo masculino, se aleja de la realidad de quienes cuentan con una morfología distinta. Por ejemplo el Arrayán. En mi consideración se define por un estilo de escalada de mucha potencia, resistencia y pasos largos, en donde un 5.10b pareciera ser un 5.10d en muchos casos. Y, si lo vemos a nivel macro, claramente se observa que se les da mucho más fácil a los hombres que a las mujeres encadenar una ruta en ese sector.
Esto no solo se da en la roca, las rutas de los gimnasios también son un fiel ejemplo de ello. Hombres dominando la equipada, creo que las mujeres deberíamos tomar más protagonismo, considerando que en la actualidad contamos con personajes muy fuertes como Nachita Mellado, Belén Villalón, Daniela Espinoza, Soho Langhben, las Gaby Sandoval y Ulisse entre otras.
Tomar protagonismo en el sentido de dejar de darle importancia a los grados, potenciar un estilo de escalada propio, no desistir y enseñarles a las mujeres que hay otras formas y movimientos que se adecúan más a nuestros cuerpos para encadenar una ruta.
Lo que finalmente hacen los “dude grades”, es generar mucha frustración sobre todo en nosotras, las mujeres. Es cierto que cada vez son más los escaladores (o dicen serlo) que no les importa “el grado” y que solo les importa escalar. Sin embargo, la gran mayoría compite por el grado, el “grado” los define, es parte de su carta de presentación. Un grado que finalmente creo que no refleja las habilidades de cada persona, porque como dice Tonnies, “los grados establecidos son un problema para todos. Nos frustramos mediante el uso de sistemas de clasificación que sólo tienen en cuenta las experiencias de la mitad de las personas que los utilizan”.
Además, el estadounidense cree que no somos espectadores indefensos en todo esto. Cada vez que utilizamos los sistemas de clasificación estamos implícitamente apoyando grados y calificaciones sexistas en el fondo.
“Esta es una razón por la que Ian McIntosh y yo evitamos poner grados en su totalidad en la guía de boúlder reciente creada para Black Mountain. No hay ni un solo V3 o V9 en todo el libro. En lugar de los grados, usamos los colores que corresponden a los rangos de grado.
Si un problema en boulder se siente V5 para una persona y V9 para otro, ¿por qué poner un solo número en él? En lugar de ello, llamamos a este problema «amarillo», un color que generalmente corresponde a un rango de V6-V8.
Algunos ven esta vaguedad como un problema, sin embargo nosotros la vemos como una virtud. Ya existe una amplia gama de lo duro que un problema se siente, un rango que se extiende sobre los hombres y las mujeres, altos y bajos, escaladores de roca y ratas de gimnasio. La gama de colores refleja esta amplitud de la experiencia en lugar de decirle a la gente lo duro que debe ser un problema”.
¿Qué piensas tú?