La historia del búlder (1era parte)
por Camilo Castellanos
El búlder parece tener sus inicios de manera muy ligada al alpinismo. A pesar de que no hay documentación relevante, se sabe que a mediados del 1800, cuando el alpinismo estaba volviéndose más fuerte, los guías suizos y sus clientes de expediciones dedicaban los días en que el tiempo no los dejaba ir a las grandes montañas a la práctica del búlder para ejercitarse en su espera. Estos inicios fueron difusos y no se veía al búlder como una disciplina en si.
Por 1870 en Fontainebleau, Francia, muchos alpinistas franceses, en especial de París, viajaban a realizar caminatas en el bosque. En estas se topaban con diversos bloques de roca, descubriendo que son un excelente entrenamiento para sus escaladas alpinas. El Club Alpino Francés, creado en 1874, visitaba frecuentemente esta zona con el único propósito de entrenar.
En el libro de Jacques Wehrlin de 1913, se ven registros del uso de los bloques de Fontainebleau como entrenamiento para el alpinismo: «Ciertamente no hay altos pináculos; los búlders más altos no sobrepasan los 15 metros, pero son de arenisca lisa y agarres raros… En ninguna otra parte se podría aprender mejor cómo escalar que acá, con la ayuda de la adherencia microscópica, infinidad de pequeños bordes y chimeneas…»
Por su parte, Gran Bretaña también vió los inicios del búlder por esa época. En la década del 1880 se tiene registro de búlders en especial de Oscar Eckenstein, quien era un gimnasta capaz de realizar dominadas con una mano.
En 1909 Claude E. Benson describe en British Mountaneering una sesión solitaria de búlder: «… encontré siete formas diferentes de subir, todas siguiendo escaladas genuinas y dos o tres problemas que fueron mucho para mí. Para cuando terminá con ese búlder me sentía muy fresco y en forma… Una persona con un búlder como éste en su vecindario debería ser capaz de mantenerse en muy buen estado físico».
Por su parte, el búlder como disciplina independiente y no como entrenamiento, se fue consolidando en Fontainbleau, primero en 1930 y luego, con más fuerza, despues de la 2da Guerra Mundial.
Un nombre muy relevante fue el de Pierre Allain, quien inventó en 1935 unas zapatillas para escalar en roca. Asiduo visitante de Fontainebleau, junto a un grupo de otros escaladores empezaron a buscar la dificultad y la variedad de movimientos en bloque, dejandolo de ver solo como un entrenamiento.
En 1950 aparece un nombre muy importante para el desarrollo del búlder como disciplina autónoma, con mayor competencia y que busca la dificultad como objetivo. El estadounidense John Gill unió la gimnasia artística con la escalada de bloques en busca de dificultad y movimientos dinámicos.
Para saber más de John Gill y su legado revisa aquí la 2da parte de La historia del búlder.